El próximo 9 de julio, Seuxis Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, uno de los principales ideólogos de la antigua guerrilla y ahora partido político FARC, tendrá que comparecer ante la Corte Suprema de Justicia, el máximo tribunal colombiano, para responder a una indagatoria de la Fiscalía sobre si continuó o no traficando cocaína después de la firma del acuerdo de paz. El 20 de junio, Santrich entregó un compromiso escrito a la Comisión de la Verdad afirmando que cumpliría con el proceso judicial. Entonces, Santrich ya se había posesionado como congresista en medio de abucheos y protestas. Incluso el partido Verde, que apoyó irrestrictamente la paz, lo recibió con letreros donde se leía "Paz sí, Santrich no”. Apenas 10 días después, en un viaje que realizó Santrich a la Guajira, abandonó su esquema de seguridad y se le perdió el rastro. Ni el ejército, ni la policía concen con certeza su paradero. Si Santrich no se presenta a su juicio, no solo estaría evadiendo su responsabilidad, sino que podría generar dudas sobre la verdadera voluntad de las FARC de atenerse a lo acordado. La mayoría de los líderes y de los ex combatientes de las FARC asegura mantener su compromiso con el acuerdo de paz. Disidentes, fugados y comprometidos Más de 13.000 excombatientes de las FARC entregaron sus armas a las Naciones Unidas. Se refugiaron en las zonas de transición donde recibieron capacitación y comenzaron proyectos productivos para reincorporarse a la vida civil. Más de 11.000 siguen tomado parte en el proceso. Según afirma a DW el experto Joshua Mitrotti, antiguo director de la Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN,) es un número favorable: "Muchos siguen comprometidos con la paz, son 53 años de conflicto, y si comparamos las cifras con episodios similares de otras partes del mundo, la deserción es baja”. Pero la novela de Santrich ha absorbido la atención de los medios nacionales a pesar de que él no es el único de los exdirigentes de las FARC que parece haber elegido la clandestinidad. El primero en huir fue Hernán Darío Velázquez, alias el Paisa, supuesto responsable de algunos de los crímenes más recordados de las FARC como movimiento guerrillero. Fue quien lideró las "pescas milagrosas”, el nombre con el que se conoció la práctica de detener el tráfico de las principales vías nacionales para buscar, auto por auto, a personas adineradas que pudieran ser secuestradas. Otro de los líderes del movimiento guerrillero, Iván Márquez, también abandonó el proceso, perdió la curul en el Senado que le garantizaba el acuerdo de paz y, desde la clandestinidad, afirmó que: "la paz fue traicionada por el Estado Colombiano (…) entregar las armas sin antes garantizar la reincorporación de los combatientes fue un error”. Desde la firma del acuerdo, más de 115 excombatientes han sido asesinados. El gobierno afirma que no hay sistematicidad en los homicidios. "Los está matando el narcotráfico” En rueda de prensa, la ministra del interior, Nancy Patricia Gutiérrez, afirmó que a los exguerrilleros los estaba matando el narcotráfico, representado en las disidencias de las FARC, el ELN y el grupo delincuencial conocido como Clan del Golfo. Sus declaraciones se basan en estudios realizados por la Fiscalía colombiana, pero contradichos por lo investigado por observatorios como Indepaz, que documentó más de 135 asesinatos a excombatientes que habrían sido perpetrados, en su mayoría, por "estructuras que se oponen a los acuerdos de paz”. Los homicidios han llamado la atención de las Naciones Unidas, que visitó el país para constatar las medidas de seguridad de los excombatientes y el avance en la implementación de los acuerdos de paz. El próximo 19 de julio se publicarán sus conclusiones. El Alto Comisionado para el Posconflicto, Emilio Archila, dijo a DW que el panorama está mejorando: "Ninguno de esos incidentes pasó en los ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) y el gobierno nacional está muy comprometido con la reinserción. La anterior administración dejó solo un proyecto productivo funcionando, nosotros ya tenemos más de 20”. Archila insiste que el ahora partido FARC tiene las garantías para participar en política: "El gobierno les dio un esquema de seguridad que les permite ir a las zonas que elijan para hacer proselitismo político”. Pero el desafío no es solo la seguridad. En los anteriores comicios, el partido FARC obtuvo menos de 86.000 votos. Tanto para los excombatientes, como para los líderes de las FARC, el principal objetivo de la paz era poder plantear desde la política los ideales que no pudieron imponer con las armas. De su apoyo popular, reflejado en las urnas, dependerá que logren su cometido. Por eso, los más interesados en que Jesús Santrich aparezca este martes son sus correligionarios. (dw)