A poco más de tres semanas desde la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, y a casi tres años del magnicidio del presidente Jovenel Moïse, perpetrado por un grupo de exmilitares colombianos, aún no se termina de formar gobierno en Haití.
Es decir, Haití es actualmente un país sin presidente ni primer ministro, con todos los cargos de representación popular caducados -según el período dictado por la Constitución- y, además, territorialmente fragmentado por el auge de las bandas armadas.
El 14 de marzo, las pandillas saquearon y quemaron la casa del jefe de la Policía Nacional. Semanas atrás liberaron a los presos de una cárcel. Hace pocos días, saquearon la Biblioteca Nacional. Nadie está a salvo.
El descontrol general del Estado y el empoderamiento de dichas bandas sobre vastos espacios, está generando una inusitada ola de desplazamientos forzados que esta semana se ha potenciado y llegaría, según agencias internacionales, a más de 400.000. Los bolsones de hambruna también se expanden.
Haití es actualmente un país sin presidente ni primer ministro, con todos los cargos de representación popular caducados y territorialmente fragmentado por el auge de las bandas armadas.
El martes de esta semana, la ONU advirtió de un posible "cataclismo" e instó a los actores políticos a organizarse "sin demora" en forma de un Consejo Presidencial de Transición, que ha debido conformarse, según la intermediación de la Comunidad del Caribe (Caricom), cuando Henry renunció debido a que las bandas armadas impidieron su regreso a la nación. El Consejo tendría la potestad de nombrar un presidente interino y realizar comicios generales.
En medio de este caos, los partidos políticos nombraron, cada uno, un representante en el Consejo, pero pasan las semanas y no terminan de constituir el ente.
La historia reciente del país caribeño ha sido muy sucedida de manera continua. Las últimas décadas fue objeto de diversas intervenciones por parte de la ONU y de EE.UU. En 2010, sufrió uno de los peores terremotos de la historia mundial, donde murieron más de 300.000 personas y más de 1,5 millones de personas perdieron sus hogares de manera definitiva. Con el producto interno bruto (PIB) más bajo de la región, la recuperación ha sido postergada.
Pero fue el magnicidio del 7 de julio de 2021 lo que disparó el definitivo desvanecimiento del Estado nación haitiano. Ya no tiene el monopolio efectivo del uso de las armas y 'Barbecue' se trata de erigir en el último foco de autoridad. La delincuencia organizada se "escapó de la botella" y se esparce con contundencia.
Pero el expolicía tampoco controla todo. El archipiélago de grupos ilegales armados y el poder que mantienen las fuerzas del orden oficial impiden que 'Barbecue' pueda imponerse totalmente, lo que genera una sensación de guerra civil latente.
'Barbecue' agudiza su discurso incendiario hablando de "genocidio" y "guerra civil" y el Poder Ejecutivo sigue siendo una "papa caliente" que nadie quiere asumir.
Cuando todavía no se sabe, a ciencia cierta, quién fue el autor intelectual del asesinato al presidente Moïse (aunque ya hay algunos inculpados por las justicias estadounidense y haitiana), quienes se han beneficiado del fatídico hecho son las bandas delincuenciales y de narcotráfico, que han avanzado en cuanto a control territorial desde que los paramilitares colombianos entraron a la casa del presidente y lo asesinaron frente a su esposa, quien ahora también ha sido señalada por la justicia como una de las responsables del magnicidio.
Con este panorama, no se sabe si lo peor ya ha pasado o está por pasar.
Las respuestas humanitarias no terminan de hacerse presente al nivel que exige la circunstancia. El grado de preocupación que muestran tanto el Caricom, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), no se relaciona con los niveles de violencia y caos existentes. 'Barbecue' agudiza su discurso incendiario hablando de "genocidio" y "guerra civil" y el Poder Ejecutivo sigue siendo una "papa caliente" que nadie quiere asumir.
Todo esto quiere decir que un evento electoral que permitiría reinstitucionalizar el Estado está muy lejos de ocurrir. Esperemos que ese momento no llegue demasiado tarde, o que al menos no llegue después de "lo peor".