La IRA (por sus siglas en inglés) adoptada por Biden en agosto pasado incluye masivas subvenciones para las industrias locales, en detrimento de sus homólogas europeas.
Macron no dudó en calificar dichos subsidios de "súper agresivos" para las empresas francesas, afirmando que no quiere convertirse en un simple mercado para los productos estadounidenses, destacando que tiene los mismos productos sin olvidar una clase media que necesita trabajar. El presidente francés advirtió que el programa de inversiones y subvenciones estadounidense para ayudar a sus empresas puede llegar incluso a "fragmentar a Occidente."
Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, comenta para RFI algunos aspectos de esta iniciativa estadounidense que tanto preocupa a los europeos.
RFI: ¿Que es la Ley de Reducción de la Inflación y por qué irrita a los europeos ?
Federico Steinberg: La Inflation Reduction Act, que tiene de todo menos herramientas de lucha contra la inflación, pero se le dio ese nombre para poder ser aprobada en el Congreso en agosto pasado, contiene hasta 369.000 millones de dólares –a lo largo de la próxima década– de subvenciones de todo tipo para luchar contra el cambio climático y acelerar la transición energética en Estados Unidos. El problema es que contiene muchos elementos de “Buy American”, es decir de que mucho de que lo se produzca tiene que estar hecho en los Estados Unidos y que las ayudas tienen ser para empresas locales y con componentes estadounidenses. Y para Europa esto es un problema porque requiere, por una parte es incompatible con la normativa de la OMC, -pero parece que eso no le importa a Estados Unidos– y por otro lado, supone un problema de competitividad para las empresas europeas, que además están enfrentando costos energéticos muy altos. Es algo que pone en peligro una muy buena relación transatlántica en los últimos tiempos, especialmente en torno a la invasión rusa de Ucrania.
Es incompatible con la normativa de la OMC, pero parece que eso no le importa a Estados Unidos
RFI: Se ha llegado a hablar de "guerra comercial larvada”...
Federico Steinberg: Creo que no es correcto, en la medida en que el objetivo de Estados Unidos, que comparte con Europa, es luchar contra el cambio climático. Pero la manera en que se ha redactado la normativa supone una externalidad negativa sobre Europa y una serie de barreras proteccionistas que serían secundarias; no son el objetivo principal que es el tema climático y diversificar fuera de China. Se trata de temas como baterías eléctricas o placas solares, y por lo tanto no es un ataque de Estados Unidos hacia otros países de un punto de vista comercial. Tampoco está claro qué va a hacer la Unión Europea. Estados Unidos le ha dicho que por qué no subsidian los europeos también su propia producción. Pero en la Unión Europea no es tan sencillo porque no hay una unión fiscal, hay una normativa de ayudas de Estado y un grupo de trabajo que se reúne para buscar limar esas diferencias, pero es poco posible que Estados Unidos vaya a modificar su posición, puede haber fricciones comerciales, pero no lo llamaría una guerra comercial.
Podemos pensar lo mismo respecto a la política monetaria
RFI: Uno de los sectores donde el impacto de esta ley sería mas visible es el sector automotriz, que privilegia la industria local, no solo en el ámbito de las baterías, sino en toda la cadena de suministros, en detrimento de los europeos seriamente impactados por las decisiones adoptadas por “el amigo americano”.
Federico Steinberg: Estados Unidos tiene una larga historia de actuar así; actúan por intereses domésticos. Podemos pensar lo mismo respecto a la política monetaria. Estados Unidos está subiendo muchísimo los tipos de interés, lo que está apreciando también muchísimo el dólar, y eso trae problemas a otros países, pero es el problema para esos países; el objetivo es bajar la inflación en Estados Unidos. Es algo parecido, el objetivo es acelerar la transición energética en Estados Unidos y el uso del coche eléctrico. Al parecer no han tenido en cuenta que eso tendría efectos secundarios bastante adversos, no solo sobre la Unión Europea, también en el Reino Unido, Japón y Corea. Los únicos que parece que se han salvado son Canadá y México por el acuerdo de libre comercio que existe con ellos.
RFI: En realidad estos “daños colaterales” son un corolario de la fórmula acuñada por Trump: “América First” que en realidad Biden pone hoy en práctica.
Federico Steinberg: Sí, efectivamente, si uno mira la evolución de la política comercial de Estados Unidos, con el cambio de administración hay pocos cambios. Se levantan los aranceles al acero y el aluminio europeos que era algo especialmente flagrante, pero en muchos aspectos no se ha modificado. No se ha modificado en absoluto, se ha endurecido respecto a China incluyendo una normativa que restringe las exportaciones de tecnología, de manera muchas radical de lo que hizo Trump. Y con la UE el riesgo es que dado los altos costes energéticos y los altos subsidios en Estados Unidos para la instalación de empresas se produzca una desindustrialización de parte del sector automovilístico y otros, en favor de los Estados Unidos. Ante lo cual, la única respuesta europea sería crear un fondo para subsidiar también esos productos en Europa, lo que nos llevaría a menores intercambios comerciales y menos globalización.
No somos los Estados Unidos de Europa,
RFI : Frente a esta práctica del “America First”, algunos se pregunta, como lo hizo hace unos días el ministro francés de economía y finanzas Bruno le Maire, si no ha llegado la hora de un “Europa First”
Federico Steinberg: Sí, pero lo que pasa es que la Unión Europea no tiene los instrumentos para hacerlo como los tiene Estados Unidos o China, esa es la diferencia fundamental. La Unión Europea ha ido creando nuevos instrumentos para tener una posición mas asertiva en el comercio internacional, pero claramente no somos los Estados Unidos de Europa, y por lo tanto no tenemos ni un presupuesto ni políticas unificadas. Somos un equilibrio muy complejo de Estados-nación, integrados en una estructura supranacional que es la Unión Europea, donde además no hay unanimidad en muchas de las políticas. Por lo tanto, la Unión Europea, seguramente tiene que seguir avanzando en se camino, pero es algo que no se hace de la noche a la mañana.
FRANCIA Y ESTADOS UNIDOS, UNA ALIANZA HISTÓRICA CON NUMEROSOS DESENCUENTROS
Emmanuel Macron visita Estados Unidos en un momento en el que las relaciones con Washington están en horas bajas. Francia y la nación norteamericana son aliados históricos que se han ayudado en momentos clave como las dos guerras mundiales, pero sus relaciones han tenido numerosos desencuentros en estos años. Crisis como la expulsión de tropas de la OTAN de Francia durante el gobierno de Charles de Gaulle, la negativa francesa de participar en la guerra de Irak en 2003 o el papel de EE. UU. en la guerra de Ucrania han sido algunos puntos a lo largo de la historia que han alejado a estas naciones.
Emmanuel Macron realiza esta semana una visita a Washington de gran importancia en un momento en el que las relaciones entre Francia y Estados Unidos están en horas bajas. Cuestiones como el papel de Estados Unidos en la guerra de Ucrania, sus beneficios por la crisis energética y económica a partir de este conflicto o los subsidios multimillonarios a la transición verde han alejado a socios de la Unión Europea -y concretamente a París- de un aliado tradicional como lo es Estados Unidos.
Unas relaciones que datan desde el mismo origen de Estados Unidos como nación, ya que Francia fue uno de los mayores aliados de los colonos para conseguir la independencia frente a Reino Unido. Un acontecimiento que forjó una relación relativamente cordial a lo largo del siglo XIX y que incluso llegó a que durante el mandato de Napoleón Bonaparte, Francia vendiera el territorio de la Louisiana por 23 millones de dólares, algo que permitió a Estados Unidos doblar su tamaño.
Algunos ejemplos de esta relación son que Estados Unidos nunca llegó a estar en guerra con Francia o el regalo de Francia en 1886 a este país de la Estatua de la Libertad, uno de sus mayores símbolos. Acercamientos que los llevaron a ser aliados con intereses comunes con la llegada del siglo XX, especialmente cuando en 1914 Europa entró en conflicto, ya que aunque Estados Unidos se mantuvo neutral al comienzo, en 1917 entró en la guerra para defender los intereses de Reino Unido y Francia frente a Alemania y el imperio Austrohúngaro. Una ayuda que resultó fundamental para obtener la victoria en 1918.
Estados Unidos apoyó a Francia en las dos guerras mundiales
Este apoyo convirtió al expresidente Woodrow Wilson en una figura muy popular en Francia, aunque durante los acuerdos de paz las posiciones de Estados Unidos y Francia estuvieron realmente opuestas, ya que París exigió una dureza mayor contra Alemania que obligara a esta nación a pagar todos los gastos de la guerra y la debilitara a futuro. Un criterio que llevaría a Alemania a una profunda crisis económica y política que años después desembocaría en el ascenso del nazismo.
Durante el periodo de entreguerras Estados Unidos se encargó de proporcionar armas a Francia ante la amenaza creciente de la Alemania de Adolf Hitler. Pero esta ayuda llegó tarde ya que iniciada la Segunda Guerra Mundial, Francia colapsó ante el avance alemán en junio de 1940.
Para ese momento, Estados Unidos no formaba parte de la contienda mundial, pero en cuanto entró en ella en 1941 fue parte activa en la lucha contra el nazismo en Europa y contra la Francia de Vichy, un régimen títere de Berlín. Estados Unidos ayudó a los miembros de la Francia Libre a retomar su país en 1944 tras el desembarco de Normandía y volvió a ser fundamental para Francia y Reino Unido en la victoria contra la Alemania nazi en 1945.
Además, después de la contienda, Estados Unidos ayudó en la reconstrucción. Se estima que la nación norteamericana brindó entre créditos y subvenciones casi 5.000 millones de dólares de la época, de los cuales 2.300 millones se invirtieron a fondo perdido, algo que hizo de Francia el segundo país más beneficiado por el Plan Marshall.
Francia, un aliado de la OTAN que mostró discrepancias con el liderazgo estadounidense
Francia pasó así a formar parte del bloque Occidental durante la Guerra Fría. Las dos naciones se posicionaron como aliadas frente a la Unión Soviética y fueron miembros fundadores de organizaciones como la OTAN. Aunque dentro de esta alianza, Estados Unidos mantuvo muchas discrepancias con respecto al papel de Francia con sus colonias. E incluso se desató una crisis en 1956, cuando Reino Unido, Francia e Israel invadieron Egipto, tras la nacionalización egipcia del Canal de Suez, y Estados Unidos obligó a estos tres países a frenar sus ataques.
Estos desencuentros aumentaron todavía más tras la llegada al poder de Charles De Gaulle, quien quiso desarrollar un programa nuclear propio que no contaba con el visto bueno de Washington. De Gaulle se mostró contrario al poder predominante de Estados Unidos en Occidente al considerar que se estaba dejando de lado a Francia.
En su intento de crear una fuerza defensiva independiente, De Gaulle sacó del mando militar de la OTAN a Francia y expulsó a las tropas de la alianza de su país. Una situación que tensó las relaciones con Estados Unidos, aunque nunca se produjo la salida definitiva de Francia de la organización militar.
Las polémicas del siglo XXI
Durante las tres décadas siguientes, la relación entre los dos países mejoró, aunque mostró a una Francia cada vez más interesada en liderar el proyecto de la Unión Europea junto a Alemania. De hecho, las tensiones no volvieron hasta el año 2003, cuando el entonces presidente francés Jacques Chirac rechazó enviar tropas a la Guerra de Irak iniciada por George Bush.
Esta cuestión desató en Estados Unidos una campaña de boicot a productos franceses que se extrapoló incluso a las papas fritas, ya que los estadounidenses pasaron de llamarlas 'french fries' -papas francesas- a 'freedom fries' -papas de la libertad-.
Y aunque en líneas generales, los dos países han compartido objetivos, como la lucha contra el terrorismo, en los últimos años la relación se ha vuelto a enrrarecer por diversos motivos. Algunos de ellos son el progresivo deterioro de relación del expresidente Donald Trump y el mandatario francés Emmanuel Macron o el papel más reciente de Estados Unidos -ya con Biden al poder- en la guerra de Ucrania.
A estas cuestiones hay que sumar la crisis desatada tras la confirmación del acuerdo militar AUKUS a finales de 2021 entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que proporcionó la capacidad a esta última nación de ensamblar submarinos nucleares. Un acuerdo que comprometía seriamente los intereses económicos de Francia en esta materia con Australia y del que París ni la Unión Europea tuvieron constancia hasta que se hizo público.
Esta cuestión hizo que desde el Elíseo se ordenara a sus embajadores en Estados Unidos y Australia retirarse como medida de protesta y que se iniciara la mayor crisis diplomática entre las dos naciones en más de dos décadas.
Francia es uno de los mayores defensores de la independencia económica y militar de Europa con respecto a Estados Unidos, por ello Macron es un gran defensor de crear el ejército europeo y un profundo crítico del subsidio verde a empresas de 369 mil millones de dólares lanzado por Joe Biden. Una estrategia que desde Europa afirman que perjudica a sus productos y que, sumado a los altos precios del combustible estadounidense, puede desembocar en una guerra comercial transatlántica. (RFI/France 24)