La controversial fecha del 12 de octubre en México, antes conocida como 'Día de la raza' y enseñada en las escuelas primarias como el “descubrimiento de América”, es oficialmente desde el presente año el 'Día de la nación pluricultural'.
Así lo aprobó el Congreso mexicano y lo publicó el Ejecutivo el 19 de noviembre de 2020 con la finalidad de “motivar el conocimiento, reconocimiento, valoración y promoción de la riqueza multicultural, pluriétnica y multilingüe que caracteriza a México”.
Y este año la conmemoración está envuelta en una polémica sobre un monumento: la estatua al navegante genovés Cristóbal Colón, que desde 1877 permaneció en una glorieta en Paseo de la Reforma, la avenida más emblemática de la capital del país y que ha sido removida de ese sitio al que no volverá más.
En su lugar se instalará la figura de una mujer indígena, cuyo diseño será seleccionado por el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México.
La decisión ha causado controversia entre quienes apoyan la medida, con el argumento de que se debe reivindicar la raíz prehispánica y dejar de rendir culto a los colonizadores, y quienes cuestionan que se quiera borrar el pasado, el patrimonio histórico, y negar esa otra raíz de la que vienen los mexicanos.
El expresidente Felipe Calderón cuestionó que quitar el monumento a Colón, patrimonio artístico e histórico, “es un delito” y un “robo a la Ciudad de México”, y que le parece “una arbitrariedad” pues ni siquiera se consultó a la ciudadanía.
En contraste, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, expresó beneplácito por la medida de retirar la estatua de Colón de Paseo de la Reforma y reubicarla en el Parque América, al poniente de la Ciudad, en la colonia Polanco, una de las de mayor plusvalía.
“Este 2021, tan simbólico por las efemérides que se están recordando, es también una invitación a reflexionar: insisto, descolonicemos la historia".
“‘Descubrir América’ es afirmar que tal tierra estaba escondida, cubierta, oculta. Quien la halla, en la lógica colonizadora, la hace vivir. ¡No! América no estaba escondida (digamos, bajo el agua), cubierta (por decir, de maleza), oculta (por poner, sepultada). El continente americano existía, tenía vida propia y en ella florecían muchas civilizaciones con grandes conocimientos en la arquitectura, la astronomía, la agricultura, la cultura y las artes (…)”, posteó Gutiérrez, presidenta honoraria del Consejo Asesor de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México.
La historiadora Úrsula Camba advierte en entrevista con France 24 que los estudios decoloniales han cobrado mucha fuerza a partir del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos.
“El problema de ello es que se ha hecho una importación del discurso norteamericano aplicándolo a una realidad que es improcedente. La colonización de los pueblos americanos en el norte del continente fue una experiencia muy distinta a los territorios colonizados por España y Portugal y ese discurso importado no explica la realidad mexicana”, reflexiona la académica, especialista en la Nueva España.
Tlali, la fallida escultura sustituta
En el pedestal de la glorieta en donde se erguía la estatua de Colón, el gobierno de la Ciudad de México anunció que se instalaría una escultura que enaltece a la mujer indígena. La obra se encargó al artista Pedro Reyes, quien la concibió como Tlali (“tierra” en náhuatl).
“Tlali es esta escultura pensada como una alegoría a la tierra, es una estructura en piedra que toma el aspecto de la cabeza colosal, que es una aportación de los olmecas a la cultura universal”, explicó Reyes en entrevista con la agencia EFE.
“Busqué incorporar simbolismos y elementos que hicieran referencia al aspecto femenino, poderoso y ancestral. Pero con una fisonomía indígena para darnos cuenta de que debemos aprender de la relación que los pueblos originarios tienen con la tierra”, reveló el autor.
Sin embargo, el anuncio de Tlali causó tal controversia que el gobierno de la capital determinó dar marcha atrás. Las quejas provinieron de distintos sectores, con argumentos como la falta de coherencia entre el nombre (en náhuatl) y la apariencia (olmeca), o bien que se trate de un hombre no indígena diseñando a una mujer indígena.
La mandataria capitalina, Claudia Sheinbaum, señaló que será el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos el que decida qué escultura de mujer indígena –en eso sí no hay marcha atrás– será la que ocupe el espacio que albergó la efigie de Colón.
A juicio de Camba, está bien que se busque reivindicar el papel de la mujer en la historia, pero cuestiona que esta revisión del pasado se pretenda desde una visión que se convierte en un soliloquio.
“No creo que deba hacerse una sustitución de símbolos, creo que el cielo es amplio y caben todos, y más que dividir o increpar sería mejor integrar en un discurso conciliatorio, y no erigirnos como jueces del pasado desde la comodidad de un sillón”, comenta.
Feministas deciden ocupar el vacío
En medio de la polémica por Tlali y mientras la estatua de Colón es rehabilitada por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, integrantes de colectivas feministas decidieron apoderarse de esa glorieta y colocaron sobre el pedestal una figura de madera con la silueta de una mujer con el puño en alto.
El 25 de septiembre de 2021, después de haber intervenido el sitio, lo rebautizaron como "Glorieta de las mujeres que luchan" y con pintura de aerosol escribieron, sobre las vallas que rodean la base de la estatua, los nombres de decenas de víctimas de feminicidio y de desaparición. Exigen que ese espacio se dedique a las mujeres que han sido víctimas en este país.
Las autoridades capitalinas respondieron que el sitio había sido concedido a mujeres indígenas y convocaron a las feministas a considerar ese derecho que, además, lo ganaron presentando firmas de apoyo a esa causa.
“Cuando planeamos esta acción teníamos claro que había una decisión de que se pusiera una mujer indígena. Pero el gobierno de la ciudad impuso un proyecto (…) al gobierno le conviene mucho siempre la bandera de ‘lo indígena’ pero en realidad no hay una diferencia de trato a las mujeres indígenas y en general hacia las mujeres”, indica en entrevista con France 24 una integrante de la Colectiva Antimonumenta, que participa en la toma de este espacio y solicita reservar su identidad.
La fuente señala que ya no es tiempo de imponer y que los monumentos en lugares públicos deben tener aceptación popular y agrega que su intención es que este espacio sea reconocido como memoria de la lucha de las mujeres por Justicia, una lucha que –apunta– este gobierno se empeña en no querer ver y en presentar como parte de los intentos de adversarios por ir en su contra.
“Por eso se escriben los nombres para que vean que sí existen las víctimas y que dejen de querer borrar algo tan doloroso para muchas personas”, comenta la mujer.
Más allá de la figura de madera, que es simbólica y saben que no va a durar, la intención es que se reconozca ese espacio para la lucha de las mujeres, pues “no es folclor. Este gobierno tuvo la oportunidad de hacer algo digno y no lo hizo, son ellos los que faltaron el respeto a las mujeres indígenas con esa propuesta de un hombre, un artista que no está relacionado con la realidad social y política y que está muy bien en las galerías, pero la calle es otra cosa”.
En ese sentido, la activista señala que esta revisión de la historia y el discurso de la decolonización tiene que venir del pueblo y de la gente que ha sufrido la opresión y no desde el poder, "porque el poder elige, por ejemplo, defender lo de hace 500 años e irse a pelear con un rey –en alusión al diferendo de Andrés Manuel López Obrador con el rey de España por la idea de pedir perdón por los abusos de la Conquista– y no mirar la opresión hacia los indígenas del presente".
Así, la conmemoración del 12 de octubre este año en México se vivirá en un contexto de controversia y en una coyuntura de revisión del pasado a propósito de los 500 años de la Conquista y no exento de conflictos con los indígenas del presente, como la discrepancia de las comunidades afines al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que desde hace tres años han alzado la voz contra los proyectos “neocoloniales” que lleva a cabo el actual Gobierno, como el Tren Maya y el corredor transístmico. (France 24)