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Como suele ser habitual en los mensajes que preceden las bendiciones Urbi et Orbi de Navidad y de Pascua, Francisco repasó los males del mundo y los conflictos en curso. "¡Todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo! Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a vencer la mentalidad de la guerra. Que conceda a cuantos son prisioneros en los conflictos, especialmente en Ucrania oriental y en Nagorno-Karabaj, que puedan volver sanos y salvos con sus familias, e inspire a los líderes de todo el mundo para que se frene la carrera armamentista", clamó.
Antes de la pandemia, la Misa de Pascua se celebraba generalmente en la Plaza de San Pedro frente a decenas de miles de peregrinos. Este año, Francisco celebró el servicio en la Basílica de San Pedro, como lo hizo el año pasado, con retransmisión en línea. La Pascua es la fiesta más importante del año para los cristianos devotos. La semana previa al Domingo de Pascua incluye muchos servicios diferentes que marcan los últimos días de la vida de Jesús antes de su crucifixión. Ya en los días anteriores, solo se admitieron en los servicios religiosos a entre 100 y 200 fieles.
Con la bendición "Urbi et Orbi" (A la ciudad y al mundo), el Papa redime a los fieles el castigo por sus pecados si ya los han admitido en la confesión o mediante la oración. La bendición generalmente se da únicamente en Pascua, en Navidad y cuando se elige un nuevo Papa.
"La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Este es el escándalo de hoy".
El obispo de Roma recordó que "todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo".
"Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a vencer la mentalidad de la guerra. Que permita a los prisioneros de los conflictos, especialmente en el este de Ucrania y en Nagorno Karabaj, que regresen sanos y salvos a sus familias, e inspire a los gobernantes de todo el mundo para que se frene la carrera de armas", pidió Francisco.
El papa expresó su cercanía a miles de personas en Birmania que "están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio sólo puede disiparse con el amor".
También se solidarizó con los migrantes en cuyos rostros, dijo, "reconocemos el rostro desfigurado y sufriente del Señor que asciende al Calvario".
El papa agradeció a los países como Jordania y el Líbano que acogen generosamente a los que buscan refugio, e instó a la comunidad internacional a apoyar al pueblo libanés en su vocación de ser "una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo".
También pidió que cese el clamor de las armas "en la amada y atormentada Siria, donde millones de personas viven en condiciones inhumanas", en Yemen cuyas vicisitudes están "rodeadas de un silencio ensordecedor y escandaloso" y en Libia, donde se vislumbra hoy una salida tras años de sangrientos enfrentamientos. (DPA Y Reuters Pool)