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Pero la campaña de vacunación enfrenta numerosos obstáculos como la reticencia de los franceses y la complejidad logística de dicha campaña a nivel nacional, a lo que se suman el hallazgo de las nuevas cepas británica, sudafricana y brasileña, y la instauración de un toque de queda en todo el territorio a las 18h.
Francia superó el fin de semana la barrera de los 70.000 muertos desde el inicio de la epidemia, hace un año. Las últimas medidas tomadas por el gobierno para tratar de ralentizar la propagación del virus no han dado los resultados esperados: el país registra un promedio de 20.000 nuevos casos diarios -muy por encima de los 5.000 que el gobierno pronosticaba para estas fechas-, en alza progresiva desde el mes de noviembre.
De su lado, la red hospitalaria francesa sigue haciendo frente a una situación inédita y desgastante. El personal sanitario lleva meses atendiendo un número elevado de enfermos. Según las cifras de Santé Publique France, el organismo encargado de contabilizar los casos, cada semana casi 10.000 nuevas personas requieren ser hospitalizadas, 1.400 de las cuales se encuentran en terapia intensiva.
El desarrollo y distribución de la vacuna Pfizer/BioNTech suscitó grandes esperanzas a finales del 2020. Pero el entusiasmo de los dirigentes políticos se enfrentó a la reticencia de una mayoría de franceses a ponerse la vacuna. Según un sondeo realizado en enero, el 54% de la población estaría dispuesto a vacunarse, una ligera evolución en la aceptación popular ganada a golpe de declaraciones y tomas de posición de diversas personalidades políticas e incluso de artistas e intelectuales.
En el terreno, sin embargo, la campaña ha encontrado nuevos obstáculos, entre ellos, una logística compleja para vacunar a la población prioritaria, las personas mayores en residencias de ancianos, a quienes estaba reservada la primera fase de la operación. En esas primeras semanas, Francia brilló por la lentitud del proceso, en comparación a otros países, lo que suscito la indignación del presidente Emmanuel Macron, quien exigió que se acelerara la vacunación.
El lunes 18 de enero, se abrirá la campaña de vacunación para todas las personas mayores de 75 años. Una nueva etapa que incluso antes de iniciada ha presentado problemas. El sitio web para solicitar una cita no funcionó el día previsto, por lo que debió postergarse su inauguración al día siguiente. Miles de personas deseosas de recibir la vacuna se han quejado de que no han podido inscribirse ni por teléfono, ni en línea.
Para colmo de males, Pfizer, empresa que junto a BioNTech desarrolló la vacuna adquirida por Francia y otros países europeos, había anunciado el viernes que tendría un serio retraso en la fabricación y distribución de su vacuna, lo que hizo saltar las alarmas en toda la Unión Europea. Finalmente, el fin de semana Pfizer/BioNTech aclaró que los inconvenientes serían resueltos y que las próximas dosis se entregarían a tiempo.
Se trata entonces de una carrera contra el reloj y contra la propagación de un virus que no solo ha hecho estragos a nivel sanitario. Una gran parte de la economía se encuentra paralizada o trabajando a media máquina. De su lado, todos los establecimientos culturales así como bares y restaurantes han sido completamente clausurados de manera indefinida. El hallazgo en Francia de varios casos de personas contaminadas con las nuevas cepas británica y sudafricana, ha aumentado la presión. Estas cepas son mucho más contagiosas que la cepa inicial, lo que representa un riesgo considerable en medio de la peor crisis sanitaria de las últimas décadas. (RFI)