El motivo es la ofensiva de su predecesor Matteo Renzi, obstinado en provocar cambios notables en el Gobierno o a dejarlo caer si no se sale con la suya. El momento es el menos adecuado: este es el primer fin de semana de la salida del confinamiento navideño, hay dudas sobre la efectividad en el reparto de las vacunas y la covid no da tregua. Solo ayer se registraron 18.000 casos y 414 fallecidos. En este país ni una pandemia es garantía de estabilidad. El florentino insiste en su desacuerdo en la gestión de los fondos europeos. Si Conte no cumple con sus peticiones, promete, su partido, Italia Viva, –una escisión del Partido Demócrata (PD) que fundó el año pasado– dejará de apoyar a la coalición y hará dimitir a las dos ministras de su formación. Sus acusaciones son graves. Señala a Conte por centralizar el control de los 209.000 millones que le tocan a Italia del fondo de recuperación, le exige que ceda el control de los servicios de inteligencia y dice que si el premier no acepta sus ideas para relanzar la economía se quedará sin su apoyo. Hasta presentó su propia propuesta de plan de recuperación, que llamó CIAO (el acrónimo de Cultura, Infraestructuras, Ambiente y Oportunidades), una palabra nada casual que en italiano significa adiós . Parece que Renzi se va a salir finalmente con la suya. Conte se ha abierto a remodelar su Ejecutivo para esquivar la crisis política. El premier piensa en cambiar algunos de sus ministros e introducir alguna cartera más con el fin de que tanto Italia Viva como el PD, que ha crecido en las encuestas, tengan más peso. “Mi disponibilidad para debatir y escuchar a las fuerzas que apoyan al Gobierno siempre se ha mantenido”, ha dicho. Pero podría no ser suficiente para Renzi, que en público repite que no ha generado todo este malestar para ganar más cargos. Es difícil saber lo que quiere el exlíder del PD. Tiene unas pésimas previsiones en los sondeos (apenas un 3% de la intención de voto) y es un socio minoritario en la coalición gubernamental que forman el Partido Demócrata y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) con 48 parlamentarios, pero su apoyo es fundamental en las cámaras, sobre todo en el Senado, donde el margen de maniobra del Ejecutivo es muy estrecho. Así que tiene la sartén por el mango. Renzi está recibiendo muchas críticas por provocar una crisis política en una coyuntura tan delicada. Las descalificaciones vienen de todos lados, desde del ex primer ministro Massimo D’Alema hasta el fundador del M5E, Beppe Grillo, quien le ha comparado con Catilina, el político romano que protagonizó una conspiración para destruir la República. “¿Hasta cuando abusarás de nuestra paciencia?”, ha criticado el cómico en su blog, citando el célebre discurso de Cicerón. “La idea de que en los momentos de dificultad la política debe quedar fuera es típica de los populistas de derechas e izquierdas –se defiende Renzi–. Entender cómo se gastará el dinero de nuestros hijos, cómo se invierte en sanidad, cómo se crean puestos de trabajo en lugar de subsidios pide política, no populismo”. Las próximas horas serán decisivas para entender el futuro de Conte. Un momento clave será el Consejo de Ministros en el que pedirá a su Gabinete que secunde su plan de recuperación económica con los fondos europeos. Si las dos ministras que tiene Italia Viva en el Ejecutivo, Teresa Bellanova (Agricultura) y Elena Bonetti (Familia), se negasen, el premier no tendría más remedio que acudir al Parlamento y tratar de encontrar nuevos aliados para intentar salvarse. El abanico de opciones que hay encima de la mesa si Renzi cumple sus amenazas es amplio. Si no se resuelve el entuerto con un cambio de ministros podría suceder de todo, desde un tercer gobierno de Conte –que necesitaría la aprobación de las cámaras–, hasta un nuevo ejecutivo con los mismos partidos pero sin Conte –entre sus sustitutos suena el secretario general del PD, Nicola Zingaretti– o un gobierno técnico liderado por el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi. La última opción serían unas elecciones anticipadas, que con toda probabilidad ganaría holgadamente la coalición de derechas liderada por Matteo Salvini, precisamente lo que el nacimiento del segundo Gobierno de Conte quería evitar. Italia vuelve a estar en vilo. Le toca decidir a Matteo Renzi. (AFP)