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Lu Qi, Xiang Li y sus colegas, todos de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, Estados Unidos, examinaron datos sobre salud y estilo de vida de 408.802 personas cuya edad era de entre 37 y 73 años de edad en el momento de ser reclutados para un macroestudio (2006-2010) en cuyos datos se basa el nuevo estudio. La incidencia de la insuficiencia cardíaca se recogió hasta el 1 de abril de 2019.
Los investigadores registraron 5.221 casos de insuficiencia cardíaca durante una media de seguimiento de 10 años.
Examinando los datos, se buscó la relación entre la incidencia de la insuficiencia cardíaca y el nivel de cumplimiento de los patrones de sueño propios de dormir bien en concordancia con las recomendaciones sanitarias.
Al respecto, los autores del estudio tuvieron en cuenta parámetros de la calidad del sueño como la duración total, la incidencia del insomnio, la propensión a roncar y otras características, como si el participante tendía de manera natural a irse a dormir temprano y levantarse temprano o por el contrario su tendencia espontánea era ir a dormir tarde y levantarse tarde. También se tuvo en cuenta la incidencia de la somnolencia diurna (si le entraba sueño durante el día o incluso se quedaba dormido sin querer).
La duración del sueño se catalogó en tres grupos: corto (menos de 7 horas); recomendado (de 7 a 8 horas, el más sano según los criterios médicos); y prolongado (9 horas o más).
Después de tener en cuenta la influencia de la diabetes, la hipertensión, el uso de medicamentos, las variaciones genéticas y otros factores, los investigadores comprobaron que los sujetos de estudio con el patrón de sueño más saludable tenían una reducción del 42% en el riesgo de insuficiencia cardíaca en comparación con las personas con un patrón de sueño no saludable. (Fuente: NCYT de Amazings)