Los asentamientos de Neuquén están en proceso de regularización. Coexisten con los sectores consolidados (que nacieron como tomas hace muchos años) y la barriada emerge sobre la traza de la barda, en sectores inhóspitos de la ciudad. Desde Gobierno informaron que no se generaron nuevas tomas, pero sí se presenta un crecimiento problacional importante. Con sus calles sinuosas y siempre habitadas por niños en sus juegos, perros guardianes de la cuadra o los autos estacionados a mitad de la vereda, la llegada de los pilares y los servicios, modifican su perfil de casas precarias, por las de material. Las cifras oficiales y extraoficiales indican que más de 24.000 personas viven sin infraestructura básica en la capital. Muchos están enganchados con algún servicio, en algunos casos ya comenzaron a tener pilares -de luz o de gas- y delinear los espacios que luego serán propios a partir de que logren la documentación. “Desde el 2015 no hay asentamientos nuevos o incrementos en la cantidad de familias en los sectores”, se informó desde la dirección provincial de Regularización del Instituto Provincial de Vivienda y Urbanismo (IPVU). La secretaria de Desarrollo Humano del municipio, Yenny Fonfach dijo que quedan pocas tomas en tierras de la comuna que no se encuentren bajo algún programa de ordenamiento, ya sea aquellos que se están regularizando con millonarios fondos federales, o los que se ejecutan con los fondos nacionales del PROMEBA. Así y todo hay sectores, como los ubicados en la franja entre la U11 y la Autovía Norte, que suman casillas en lo profundo de los cañadones que no se ven desde el asfalto, y que viven enganchados de la luz y el agua, sin novedades de cuándo podrán ser incluídos en la planificación de nuevas urbanizaciones. Los asentamientos parecen microbarrios ganados a la barda. Poco tiempo pasa hasta que cambian de fisonomía y las casas precarias de madera y chapa se tornan de material y se mimetizan con los planes de vivienda. “Hace 10 años que estoy acá, fui uno de los primeros; tenemos luz, pilar y pagamos boleta. El resto nada”, dijo Hugo Burgos, de 28 años, quien desde los 17 vive en el loteo social. Trabaja en al construcción y sale a las 4 de la mañana para Añelo, contratado cada tres meses que sale alguna obra. En números 46 o 48 son los asentamientos que se buscan dotar de servicios y normalizar con el dominio de la tierra. 3.400 familias están bajo programas de regularización de la comuna y 4.900 con provincia. 1.000 familias vivebn en la toma 7 de Mayo, la más extensa y compleja de urbanizar en el faldeo de la barda, detrás y en los alrededores de Toma Norte. El asentamiento está ubicado en el faldeo de la barda, un par de kilómetros detrás del imponente edificio municipal en Godoy y Novella. Los datos de la provincia indican que hay “de 46 a 48” tomas en regularización, y 24 de ellas están en terrenos de la provincia. “En todos estamos interviniendo”, se indicó desde el IPVU, en tanto en 18 se cuenta con la provisión de luz para que abandonen la condición de “enganchados” y otras 4 están en ejecución. En 22 ya finalizó la dotación de agua y hay sólo cuentan algunos sectores como la toma La Familia o Las Flores, donde aún no llega el agua potable. Los datos de la provincia indicaron que tienen una estimación de 4.900 familias en asentamientos en proceso de regularización, unas 17.600 personas. Desde la comuna las cifras señalaron que hay 687 familias de toma Norte II, 236 de Rincón del Valle, 427 de Villa Ceferino, en Valentina Sur hay 224, 268 de Parque Industrial, 333 de Confluencia, y la más numerosa es de 924 familias en Islas Malvinas, mientras que en La Pacífica, se cuenta con 194 familias. Las últimas dos bajo el régimen de Promeba, y las anteriores en regularizacion con los fondos federales, en total más de 3.100 familias -cifras de Desarrollo Social- con un programa de financiamiento que supera los 592 millones de pesos. “La mayoría de las familias que viven en sectores donde se inició la regularización, se trata de gente que habita el lugar hace más de 5 años, no es gente nueva que llega”, describió Yenny Fonfach ante la consulta sobre la migración interna entre tomas o de un barrio a otro en la capital. Explicó que “cuando empezamos un proceso les decimos que no pueden vender ese lote con mejoras porque luego no pueden gestionar la regularización”, describió. Dijo que los núcleos familiares “ingresan al circuito y como ven que se hacen las obras y los trabajos, no se van, se quedan”, planteó. Explicó que uno de los sectores más complejos para el trabajo dominial es el de Islas Malvinas, donde la comuna trabaja con más de 924 familias, en distintas etapas, que incluye los sectores de recreación como las plazas o salones comunitarios. Desde Buta Ranquil a la toma 7 de Mayo "Mi papá tuvo que quedarse por acá porque el clima de Buta Ranquil le hacía mal. Primero estuvo en el sector de Independencia cerca de uno de mis hermanos, pero no se halló en el lugar, Así que una vecina le cedió un sector de terreno en 7 de Mayo y aquí está hace 10 años", dijo Ignacia, hija de Julio Esparza, con quien tomaba unos mates en el lote que eligió para vivir mejor. No tiene luz ni gas, aunque hace poco el EPAS inició la provisión de agua potable con magueras y luego deberá pedir medidor de luz", contó. En busca de horizontes menos hostiles Fernando Arredondo, de 25 años, llegó a los 19 años desde Salta a Neuquén porque aquí ya habían migrado sus suegros y había trabajo. Vive en Rincón del Valle donde hace 2 meses llegó el nicho de gas y dicen que tendrán cloacas. "Casi no tenemos agua, pero se vive mejor. Trabajo en empresas de servicios o en la construcción". (RN)