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El Gobierno italiano no respondió a ninguna de las constantes peticiones de desembarco del "Ocean Viking", la última embarcación humanitaria en el Mediterráneo, aseguró este miércoles a la AFP Frédéric Penard, director de operaciones de SOS Méditerrannée, que opera con este barco junto con Médicos sin Fronteras.
Por décimo día consecutivo, el "Ocean Viking" se encuentra prácticamente detenido en el canal de Sicilia, entre Malta y Lampedusa.
Después de que las autoridades maltesas le prohibieran en el último momento abastecerse con agua y combustible, la tripulación debe dosificar sus recursos.
Ante jóvenes africanos que vivieron una dura odisea antes de ser rescatados en el Mediterráneo, los responsables del "Ocean Viking" se cuidaron de explicarles la situación crítica en el "Open Arms" que llevó a algunos de sus tripulantes a lanzarse al agua e intentar llegar a las costas de Lampedusa nadando.
"Como está previsto en el derecho marítimo, pedimos los primeros auxilios el 9 de agosto a los centros de coordinación de rescates en el mar de Italia y Malta para que designaran un puerto en el que poder desembarcar a las personas rescatadas. Por ahora, no obtuvimos ninguna respuesta de Italia y otra más bien negativa de la parte de Malta", explicó Penard.
Según este responsable de la oenegé, "varios estados europeos quieren terminar con estas resoluciones caso a caso y establecer un sistema" europeo de acogida de migrantes.
"Es esto lo que pedimos, pero estas personas deben desembarcar de inmediato. No puede ser que las negociaciones europeas tengan lugar al mismo tiempo que trescientas personas se encuentran bloqueadas en el mar en difíciles condiciones", añade.
- "¿Adónde vamos? ¿Cuándo llegaremos?" -
Ninguno de los migrantes a bordo siguió la crisis política en Roma, con la dimisión del primer ministro Giuseppe Conte, pero sí que empezó a correr la noticia del desembarco del "Open Arms", tras 19 días en el Mediterráneo.
"¡Qué Dios nos escuche!", pide Hanil, un sudanés de 22 años, presente en el "Ocean Viking" junto con su hermano pequeño Adam con el que abandonó su país hace cinco años.
Los 85 migrantes que la embarcación de SOS Méditerrannée rescató en primer lugar el 9 de agosto ya llevan trece días a bordo.
"¿Sabéis adónde vamos? ¿Sabéis cuándo llegaremos?", preguntan a menudo estos migrantes.
Unas preguntas que desembocan en la exasperación, lo que favorece que, en contadas ocasiones, se hayan producido algunas peleas a bordo fruto de la inactividad, la falta de higiene y, sobre todo, la incertidumbre.
Sam Turner, responsable de la misión de Médicos sin Fronteras en Libia, aseguró este miércoles a la AFP que "no solo se está alargando el sufrimiento de estas personas en el Mediterráneo, sino que otros morirán ya que nos impiden realizar nuestras operaciones de rescate".
Turner recordó que, según los guardacostas libios, cerca de la mitad de las pateras de migrantes que zarpan de Libia suelen naufragar, lo que comporta que "centenares de personas desaparezcan sin dejar rastro".