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Andando entre los grados del ser, las teorías, las críticas y todos los etcéteras, me encuentro nuevamente con algo que el mismo autor subraya: “El hombre es el ser superior a sí mismo y al mundo. Como tal ser, es capaz de ironía y humor, que implican siempre una elevación sobre la propia existencia”.
Recordé aquellas lecciones de psicología infantil, en la que decían que el sentido del humor comienza a desarrollarse a partir de los seis años. Se me representaron las imágenes de mis nietos…aquella vez que Ezequiel, después de haberse comido dos platos de guiso con arvejas (seis años), me pide “otro poquito, pero muy poquito”. Quise hacerle una broma, y le puse una sola arveja en el medio del plato. Rápidamente, la parte al medio y me dice:” es demasiado, abuela”. ¿No es eso sentido del humor? O Julieta, que a los tres años escasos le esconde las cosas al hermano, siete años mayor, y le dice que ella es muy chiquita y se olvida fácilmente el lugar donde pone las cosas.
El libro quedó a un lado, y mientras regaba mis malvones rojos, no pude evitar la reflexión.
Me pregunto por qué es tan escaso el sentido del humor.
No sé por qué no apreciamos el sentido del humor y las ironías de Jesús. ¡No me digan que no le hizo gracia ver a Zaqueo trepado al árbol para verlo! Y además se invita solo a quedarse en su casa. ¿Qué pasa después? Un poco el vino, otro poco de bromas y risas, la cuestión es que Zaqueo reacciona y resuelve hacer justicia, y un poco más. Y lo hace alegremente. ¿Cómo le habrá planteado Jesús las cosas?
¿Y las parábolas? La de los obreros de la hora undécima, la de la mujer adúltera, la de la moneda del César, las respuestas desconcertantes, las preguntas que vuelven a repreguntarse... me obligan a elevarme, a ver mi propia existencia desde otros ángulos.
Jesús tiene sentido de la oportunidad.
Se me ocurre que el sentido del humor tiene que ver con el sentido de la oportunidad. Con la intuición que descubre otras cosas detrás de lo literal o concreto.
Con sentido del humor leo los discursos u homilías de los pastores mayores cuando se dirigen a los adultos mayores: “sabiduría que no se encuentra en los libros”, “lo que aprendieron con sacrificio”, “la ancianidad es una vocación”, “ayuden a educar a los nietos”, “transmitan una fe sencilla”....
La intención es darnos ánimos y decirnos piropos, que agradecemos desde el fondo del corazón, pero les están hablando a viejos que ya no son como sus abuelos. Tendrían que ponerse al tanto de las realidades del ya no tan nuevo siglo 21.
Y, claro, la elevación sobre la propia existencia significa, en la vida de todos los días, reconocer la capital importancia de las pequeñas cosas, aceptar humildemente que no somos culpables de la destrucción del mundo, ver claramente nuestra pequeñez, pero también nuestras grandezas, que las tenemos, ¡caramba!, para poder reírnos de ellas y de nosotros mismos.
Yo hablo sola con mis plantas, con mi perrita Samy, con la plancha y el lavarropas, con el tiempo y con mis libros. Es bueno saber que no me van a contradecir. También le discuto al papa Francisco, cuando le digo: ¡¡¡¡cómo que la “ancianidad es una vocación”!!! ¡¡soy llamada a una nueva forma de misión, que no es lo mismo! Suerte tengo de que nadie se entere, porque quedaría excomulgada...
Y si en algún momento “me siento incomprendida”, o “compruebo que no me escuchan”, recuerdo que soy como los obreros de la hora undécima, y cuando me pregunten “¿qué es lo que haces?”, contestaré “estoy acá porque nadie me ha llamado”… y tiro la culpa hacia afuera, como es, ahora, el deporte universal. Y bueno, es lógico que se elijan los obreros más jóvenes y más fuertes. Total, la paga será la misma...
A esta altura de la reflexión (si así puede llamarse a estas líneas), no sé si necesitamos Sentido del Humor para elevarnos sobre nuestra propia existencia, o si el Sentido del Humor nos sirve para sobrellevar nuestra propia existencia o si simplemente es ver las cosas con los ojos de Dios …...y desde ahí, gozar la VIDA….
Mejor juego un poco con la perrita y preparo el almuerzo, porque con hambre no se puede pensar bien. Seguiremos después......algún día. (-Por Beatriz B. de Carriego-)