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Un descenso que las cifras muestran a gritos: el sábado pasado, el Ministerio del Interior contaba 2.700 manifestantes sólo en la ciudad de París. Hoy cuenta escasamente 1.100 personas. En todo el territorio francés habrían participado en las protestas unos 2.800 chalecos amarillos. Una baja considerable, sin duda, pero incluso previsible para un movimiento que se ha mantenido por 27 semanas consecutivas en protesta contra Macron.
A pesar de marchas menos nutridas en las últimas convocatorias, el núcleo duro de los "chalecos amarillos" dio la cara por el movimiento este sábado, a pocos días de las elecciones al Parlamento Europeo.
En la ciudad de Reims unas 1.000 personas, respondieron al "llamado nacional" ante la prefectura de la ciudad, tras dos sábados marcados por una merma de la movilización.
Algunos destrozos se registraron en la zona, como las vitrinas rotas de una agencia inmobiliaria, así como la herida de un joven de dieciséis años, alcanzado por una bola de goma disparada por la policía.
"En las elecciones europeas, todo el mundo votará contra Macron aquí", aseguró Annie, de 62 años. "Estos aquí para que termine la farsa Macron", dijo de su lado François-Xavier, de 37, de Châlons-en-Champagne.
La movilización iniciada hace seis meses constituyó la peor crisis a la que se ha enfrentado el presidente Emmanuel Macron desde su llegada al poder, en mayo de 2017, y coincidió con una fuerte pérdida de popularidad del jefe de Estado francés, quien desde entonces ha recuperado un poco de terreno.
Esta nueva jornada de protestas tuvo lugar a una semana de las elecciones europeas del 26 de mayo, en las que la lista presidencial (La República en Marcha, LREM) encabeza los sondeos, prácticamente empatada en el primer puesto con la extrema derecha, la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. (Con AFP)