Mucho ha cambiado desde que Jutta Urpilainen, ex viceprimera ministra de Finlandia, asumió la cartera de "Asociaciones Internacionales" en la Comisión Europea. En ese momento, a finales del 2019, nadie imaginaba la pandemia de COVID, tampoco la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.
En cuanto a América Latina y el Caribe, no había habido un encuentro entre la Unión Europea y los países de la CELAC desde el 2014. Muchos de los países de América Latina habían dejado de ser países receptores de ayuda oficial al desarrollo, por ser países de renta media alta, en gran medida gracias a sus recursos naturales.
No obstante, a más tardar en 2020, las carencias en salud y educación, y la gran desigualdad en la región se hicieron evidentes. Quedó clara también la necesidad europea de asegurar nuevas fuentes de recursos y materias primas para su seguridad y su transición energética.
"Quisimos entonces estrechar la relación con América Latina y el Caribe con la primera cumbre después de ocho años. No queríamos solamente reactivar una plataforma política sino llevar cosas concretas: eso fue la agenda del Global Gateway", dice Jutta Urpilainen, en entrevista con DW.
"En ese marco, nos comprometimos a invertir, hasta el 2027, 300.000 millones de euros. De ellos, 45.000 en la región para su transición verde y digital. Entretanto, tenemos ya 130 proyectos enfocados en la energía, el transporte y también en la transición digital. Nuestro enfoque de 360 grados incluye formación y educación vocacional. Tenemos algunos proyectos de salud", resume.
DW: Hasta el 2019, su antecesor fue el comisario de "Desarrollo", sus objetivos estaban enmarcados en la reducción de la desigualdad y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Usted ha sido comisaria de "Asociaciones Internacionales", así que hablamos de inversiones. En un estudio reciente de Oxfam, el Global Gateway no sale muy bien parado.
Jutta Urpilainen: Creo que hay bastante desconocimiento de lo que es la estrategia del Global Gateway. Fue adoptada hace apenas tres años. A pesar de que la UE es responsable globalmente del 43 por ciento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), la brecha para alcanzar la Agenda 2030, es imposible de cerrar únicamente con recursos públicos. Por eso, los estamos usando para apalancar inversión privada. Personalmente, espero que podamos aumentar el aporte de los países de la UE a la AOD, pero el panorama es preocupante.
Esto es una maratón, es un cambio de paradigma. Hemos formado un equipo con nuestros Estados miembros; trabajamos con los bancos de desarrollo, con el sector privado, con organizaciones de la sociedad civil. Pero necesitamos tiempo para crear los mecanismos y métodos de trabajo. Han sido movilizados ya 179.000 millones de euros, aunque aún no todo está implementado. Estoy convencida de que es el camino correcto. Nadie quiere dar marcha atrás. Cuando hablo con nuestros socios y colegas en África y América Latina, dicen que no quieren ser receptores de ayuda, sino actores por sí mismos…
Ésa es precisamente una de las críticas. ¿Los países socios están siendo realmente actores en este plan de inversiones que se supone es para una transición verde, digital y justa?
A este respecto tengo que mencionar nuestro nuevo instrumento: el indicador de desigualdad. Lo desarrollamos junto con expertos de la academia y organizaciones internacionales. Entretanto, sabemos que la reducción de la desigualdad estuvo en el núcleo de casi el 60 por ciento de nuestras actividades del año 2023.
En cuanto a ser actores en estos proyectos: yo misma he sido activista y he formado parte de organizaciones de la sociedad civil. Para mí era muy importante crear una plataforma para compartir información e inputs para los proyectos. Para algunos proyectos también tenemos plataformas locales, una de ellas en Kenia, donde actores del sector privado, de la sociedad civil y los jóvenes son parte de la implementación. En el futuro, espero que participen también en la planificación.
¿Y qué pasaría si, por ejemplo, una población se niega a un proyecto de energía porque impacta en sus fuentes de agua?
Personalmente, espero que cuando se organicen las consultas en los territorios, se respeten las informaciones de las poblaciones indígenas, de las minorías. Hay que recordar que el Global Gateway está ligado a valores, también a estándares medioambientales y sociales. ¿Por qué? Porque parte de esta estrategia es dinero de nuestros contribuyentes.
Usted ha sido una comisaria que ha defendido la educación…
Efectivamente, la educación ha sido prioridad personal. Así como fui ministra de Finanzas, también fui profesora. Creo firmemente que la transformación más profunda que podemos hacer en nuestras sociedades es invertir en educación. Mi país, Finlandia, es uno de los más competitivos del mundo, debido a la educación de acceso libre. En mi mandato, incrementé nuestro presupuesto para educación del 7 al 13 por ciento.
Sin embargo, hay proyectos de educación en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, también entre Colombia y Venezuela, que se inscriben más bien en ayuda humanitaria no en "desarrollo".
Venezuela, como Afganistán, Yemen y Sudán, cuentan como países frágiles, donde nuestra inversión en educación entre 2021 y 2027 será de 3.200 millones de euros. En estos países, estamos focalizados en necesidades básicas: salud, educación, seguridad alimentaria. No podríamos trabajar allí con Global Gateway, no podemos atraer inversión privada. A través de organizaciones internacionales como Education cannot wait, de la ONU, trabajamos en Colombia, Ecuador y Perú para permitir a los menores refugiados venezolanos acceder a la educación.
En este mandato, usted ha visitado muchos países de la región en cinco años. También se ha acercado a Haití. A pesar de ser un país que ha recibido mucha ayuda humanitaria y cooperación europeas, no levanta cabeza. ¿Por qué?
Es un ejemplo claro de país frágil, que -como Sudán- no recibe la atención que merecería. Europa está enfocada desde el 2022 en Ucrania (como finlandesa, lo entiendo, porque rompió nuestra confianza en Rusia y en que no habría otra guerra en nuestro continente). También en el conflicto en el Medio Oriente. En Haití, ha sido muy difícil implementar proyectos. Por cuestiones de seguridad, tuvimos que cambiar nuestra delegación a República Dominicana.
Por último, comisaria Urpilainen, si para la Cumbre UE-CELAC, la UE se esforzó en llevar cosas concretas como la oferta del Global Gateway, en la agenda de la Cumbre del 2025 en Bogotá, ¿habrá avances en temas que importan mucho en América Latina y el Caribe, como la reestructuración de la deuda y el combate al narcotráfico?
Una asociación entre iguales significa estar dispuestos a hablar sobre todo lo que es importante para nuestros socios. En el tema de la deuda, tan importante para América Latina y el Caribe, hemos estado sentados junto a actores globales y geopolíticos en el comité del Grupo del Banco Mundial.
Se trata de reformar la arquitectura financiera global, los bancos multilaterales de desarrollo, para proveer más acceso a recursos con alto nivel de subvención, también a países de renta media alta, para que puedan invertir en su transición verde y su resiliencia climática. La deuda no entra en el campo del desarrollo, pero desde la UE hemos dado apoyo a esa discusión: si queremos que esos países puedan invertir en salud y educación, debemos apoyar en crear mayor espacio fiscal. Asumo que tendrá que estar en la agenda de la cumbre.
¿Y EL NARCOTRÁFICO?
La comisaria [de Asuntos de Interior] Ylva Johansson se ha encargado de estrechar la cooperación en este sentido con los países de América Latina y el Caribe. Insisto, la UE deberá estar dispuesta a hablar de estos temas tan importantes para nuestros socios. DW (rml)