El censo de 2022 reveló que 18,9 % de los 72,5 millones de domicilios, es decir 13,7 millones de hogares, eran unipersonales. En el censo anterior, de 2010, se limitaban a 12,2%. Vivir solo es más común entre ancianos, cuyo índice subió de 21,5 % a 28,7 % de las personas con más de 60 años.
Son datos que ilustran lo que ya se define como epidemia de la soledad, presente en todo el mundo y más conocida en países asiáticos, como Japón.
Pero vivir solo no significa necesariamente soledad, matizó el demógrafo Eustaquio Diniz Alves, profesor jubilado de la Escuela Nacional de Ciencias Estadísticas (Ence) de Río de Janeiro. A veces “es preferible vivir solo que mal acompañado”, como recomienda un dicho popular, especialmente entre feministas, destacó.
“La población brasileña envejece rápidamente y la expectativa de vida femenina es más elevada que la de los hombres. Por eso las mujeres ancianas ocupan la cumbre de la pirámide demográfica y tienden a ser mayoría en los domicilios unipersonales”, resumió Alves a IPS.
“Es un problema mundial, complejo, agravado por las redes sociales digitales, que se pensaba que integrarían más las personas, pero al revés está ampliando la soledad”: Eustaquio Diniz Alves.
Pero no todas se sienten solitarias. Alves puso como ejemplo a su madre, quien “vivía nerviosa cuando mi padre estaba vivo”, en una relación abusiva.
“Tuvo 15 embarazos y cuidaba la casa. Se volvió más tranquila, con una calidad de vida mejor, aunque viviendo sola en una casa grande, con muchas amigas en la vecindad. “Murió sola, pero menos solitaria y sufrida que cuando mi padre estaba vivo”, sostuvo.
También aumentó el porcentaje de jóvenes en los domicilios unipersonales, el término usado por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge). De 11,3 % en 2010 saltó para 17,2 % en 2022, casi al nivel del promedio de 18,9 %.
En ese caso, al revés, son varones la mayoría, en general porque dejan la casa paterna para estudiar o trabajar en otra ciudad, observó el demógrafo.
Pero eso también está cambiando, con más mujeres incorporándose al mercado de trabajo y postergando la maternidad para después de consolidar su carrera. En consecuencia aumentó la cantidad de mujeres entre 20 y 30 años que viven solas.
La interacción social con colegas de trabajo, de estudio o vecindad aleja el sentimiento y la condición de solitarias, aunque no compartan la vivienda.
Pero de hecho la soledad, como aislamiento social, déficit afectivo y desamparo, es un fenómeno en rápido crecimiento, incluso entre personas que conviven con otras bajo un mismo techo, reconoció Alves.
“Es un problema mundial, complejo, agravado por las redes sociales digitales, que se pensaba que integraría más las personas, pero al revés está ampliando la soledad”, apuntó.
Aumentaron mucho las personas que quedaron dependientes del teléfono celular y de la economía virtual, para acceder a informaciones y a servicios, como los bancarios y comerciales, pero se desconectaron del mundo real.
Un ejemplo trágico, extremo, sería el de un joven de 14 años que se suicidó en Estados Unidos, tras aficionarse a una personaje creada por inteligencia artificial, según la madre que reclama una indemnización de la empresa Character.AI que creó la aplicación usada.
El ascenso de la extrema derecha, con su apología al individualismo y a la polarización política, es un factor adicional de la soledad actual, añadió Alves.
Los factores son múltiples, pero la cultura juega un papel crucial, según Sheila Abramovitch, psiquiatra y psicoanalista de larga carrera clínica y docente en Río de Janeiro.
La epidemia es más conocida y hace más tiempo en Asia, cuyos pueblos son “más reservados”, más formales, ejemplificó.
Japón es el caso más divulgado. Es donde se identificó el síndrome de aislamiento total de muchos jóvenes, con un nombre específico, hikikomori. Se estima que hay 1,5 millones de esas personas que rechazan cualquier relación social, la escuela, el trabajo, clausuradas en sus habitaciones, aunque viviendo en familia.
Otra tragedia son las muertes solitarias. En Japón 37 227 personas fueron encontradas muertas en sus casas en el primer semestre de 2024, poco más de la mitad de las personas mayores de 70 años, según un informe de la Agencia Nacional de la Policía.
En Brasil las muertes solitarias van en aumento, pero en cantidades muy inferiores. Alcanzaron 3661 en 2023, contra 3378 en 2021, con una población total de 212 millones de habitantes, casi el doble de la japonesa (121 millones).
No por casualidad en Japón surgió el Lovot, en 2018. Se trata de un robot humanoide capaz de establecer relaciones de empatía, emocional, con los seres humanos, con recursos variados para mitigar la soledad. Lovot es la combinación de love (amor) y robot.
Río de Janeiro, con sus playas, fiestas, muchos lugares públicos atractivos y una población a la que le gusta convivir, reduce el sentimiento de soledad, al estimular la gente a salir de sus casas, comentó Abramovitch a IPS.
Es, sin embargo, la capital de un estado con mayor índice de domicilios unipersonales de Brasil, 23,4 %. La ciudad tiene probablemente un índice superior, por acoger una población envejecida, con muchos jubilados.
Las condiciones de vida actual, especialmente con el trabajo remoto, desde el hogar, tiende a clausurar las personas en sus casas, a desalentar la convivencia física con colegas, amigos, en las celebraciones colectivas.
El trabajo, la escuela y otras actividades fuera de la residencia, como compras en las tiendas, forzaban todos a la interacción y convivencia social, a integrarse físicamente en la sociedad. Hoy se hace todo por internet, incluso la búsqueda de socios afectivos y sexuales, la gente “se acomoda en sus casas, siente más dificultad para salir de casa”, señaló la psicoanalista.
“La sociedad actual no favorece la socialización”, resumió. La violencia urbana también promueve el aislamiento en los hogares.
El trasfondo de todo ese proceso es el capitalismo que fomenta el individualismo y convierte todo en mercancías, se las arregla para compensar incluso el déficit emocional con productos que rinden utilidades, comentó.
Es el caso de “muñecas de pelo rizado y color negro, personalizado para atender a las individualidades”, del mismo Lovot e personajes creados por inteligencia artificial, señaló.
Pero Alves observó que los factores son diversos y no se puede generalizar.
Un ejemplo es China, con fuerte presencia del Estado en la economía, no escapa al fenómeno de la soledad creciente. Allá porque el mismo gobierno forzó una rápida caída de la fecundidad, las familias se redujeron y la digitalización se aceleró.
Ya se habla de una “economía de la soledad”, basada en los nuevos hábitos de consumo de los solitarios. Es un mercado en expansión. Un estudio del Instituto Gallup y de Meta, la empresa dueña de Facebook, Instagram y Whatsapp, divulgado en febrero y hecho en 142 países estimó en 24 % la parte de la población que se siente solitaria.
Entre las personas de 15 a 29 años, el índice alcanza entre 25 % y 27 %.
En Brasil solo 15 % de los entrevistados se declararon solitarios, pero en otra encuesta, del Instituto Ipsos, hecha en fines de 2023 y comienzo de 2024 en 28 países, los brasileños aparecen como los que más sienten la soledad “siempre o frecuentemente”. La mitad de los 1000 entrevistados se definieron así.
Curiosamente los japoneses aparecen entre los menos solitarios, solo 16 % admitieron ese sentimiento frecuente, solo por encima de los neerlandeses (15 %).
La soledad no afecta solo los ancianos en países ricos, según la Organización Mundial de Salud (OMS), que estimó a una cuarta parte de la población mundial en aislamiento social grave, sin grandes diferencias entre las regiones. Entre adolescentes, varía entre 5 y 15 %.
Por eso la OMS creó en noviembre de 2023 su Comisión sobre Conexión Social, con un mandato de tres años, para impulsar medidas contra la nueva epidemia de la soledad, que amenaza la salud y el bienestar de las sociedades. Entre sus tareas, debe crear espacios públicos, programas de apoyo comunitario y tecnologías integradas para facilitar la interacción social. (IPS - ED: EG)