El retorno de Donald Trump al salón oval de la Casa Blanca implica insoslayables consecuencias para la Argentina gobernada por Javier Milei. La victoria electoral del magnate frente a Kamala Harris fue enfáticamente celebrada por el presidente libertario, abiertamente alineado detrás de la figura del primer republicano que logra volver al Gobierno tras cuatro años fuera del poder.
Más allá del evidente impacto simbólico que tiene para Milei el éxito de Trump -definido por el argentino como "el político más importante del planeta", detrás de cuya figura se alinea irrestrictamente el libertario-, el regreso del republicano a la presidencia alimenta una ferviente expectativa en Buenos Aires en torno al impacto económico que pueda acarrear la gestión del Gobierno entrante.
El norte de la Casa Rosada es claro: para la administración Milei, Trump representa una llave para destrabar la llegada de fondos frescos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Un antecedente directo alimenta la hipótesis optimista: la determinante presión que ejerció el republicano durante su primera presidencia (2016-2020) para motorizar el préstamo récord que el organismo terminó acordando en 2018 con la Argentina gobernada por Mauricio Macri (2015-2018).
La centralidad que detenta Estados Unidos para Argentina halla una justificación material: desde la década de 1990, Washington forma parte de sus principales socios comerciales, situándose en el podio de destinatarios de las exportaciones del país austral, recibiendo entre el 5% y el 11%. Además, las importaciones provenientes del norte representaron en 2022 casi el 20% del total recibido por Buenos Aires.
La celebración de Buenos Aires no responde exclusivamente a la cuestión material. El perfil de outsider construido por Trump durante su Gobierno, junto a la "batalla cultural" desplegada por ambos líderes -reflejada en su encuentro durante la Conferencia Política de Acción Conservadora ocurrida en Estados Unidos en febrero-, constituye una referencia para el presidente libertario.
"Este triunfo abre lecturas ambivalentes. El vaso medio lleno muestra que esto favorece el alineamiento personal ampliamente profesado por Milei, lo cual puede augurar un mejor diálogo con Washington. Sin embargo, la última experiencia de Trump muestra que su gestión proteccionista no favoreció demasiado a nuestro país", dijo a Sputnik Rodrigo Ventura De Marco, analista internacional argentino e investigador de la Universidad del Salvador.
Según el experto, el regreso del republicano a la Casa Blanca reviste un invaluable respaldo simbólico para el libertario. "Milei se mira en el espejo de Trump y por eso festeja tanto. Nuestro presidente pretende constituirse en un líder de las nuevas derechas a escala global, terreno en el que el líder estadounidense se ha constituido como referente principal", sostuvo el investigador.
La centralidad que le adjudica Buenos Aires a lo que sucede en Washington no es necesariamente correspondida. "Argentina no ocupa un lugar central en la agenda norteamericana. Sin embargo, nuestro país sí puede ser visto como la puerta de entrada de Estados Unidos en Latinoamérica", remarcó Ventura De Marco.
"Latinoamérica juega un rol importante a nivel interno: gran parte de la población latina apoyó a Trump, y eso nunca puede subestimarse. Sin embargo, en el plano global no parece ser la prioridad del próximo presidente. Está claro que el Gobierno entrante profesará una visión más aislacionista del mundo, donde nuestra región no ocupa un plano primordial", aclaró el analista.
Los 200 metros que separan a la Casa Blanca de las oficinas centrales del Fondo Monetario Internacional (FMI) reflejan el grado de incidencia que tiene Washington en las decisiones de uno de los organismos multilaterales de crédito más relevantes del mundo. Con 17% de participación, Estados Unidos es el país más gravitante en las decisiones de la entidad y el único con poder de veto en sus decisiones.
En virtud de dicho peso, Milei aspira a que la afinidad personal que busca generar con Trump redunde en un apoyo del gigante del norte para que el FMI respalde -a través del desembolso de dólares frescos- el programa económico ejecutado por el libertario. El objetivo central de Buenos Aires apunta a celebrar un nuevo acuerdo crediticio que permita refinanciar el pago de la deuda contraída por el expresidente Macri en 2018, que luego terminaría siendo renegociada en 2022 por Alberto Fernández (2019-2023).
Consultado por Sputnik, el economista Agustín Etchebarne -perteneciente a la fundación Libertad y Progreso, un think-tank afín a Milei- explicó que "es esperable que Trump mantenga una relación afín con Milei, lo cual podría favorecer un nuevo acuerdo con el Fondo, lo cual sería muy importante. Argentina está llevando a cabo un ajuste fiscal fuerte para ordenar las cuentas públicas, y un apoyo externo podría terminar de consolidar el plan económico".
"El fuerte ajuste de Milei va a perdurar. En ese marco, un respaldo de divisas frescas podría ayudar a financiar las deudas existentes. El problema es que hay otros factores, como el historial de Argentina en materia de incumplimiento de compromisos de deuda", precisó el consultor.
Más allá de los puntos en común que pueden reunir Milei y Trump, existe una diferencia sustancial entre ambos: mientras que el primero impulsa un programa libertario -que propone "destruir el Estado", según afirmó el propio presidente-, el republicano profesa un férreo proteccionismo de la industria local, manifestado en su famosa consigna de "Estados Unidos primero" (America first).
Según Etchebarne, "el principal desafío consiste en que Trump es proteccionista, y eso puede afectar a economías emergentes. Si suben los aranceles, pero también las tasas de interés, sería un problema para Argentina, porque muchos dólares se irían del país para apostar por los bonos norteamericanos".
A su turno, Ventura De Marco destacó un aspecto crucial para la inserción económica de Buenos Aires en el tablero global: dados los últimos hallazgos en Estados Unidos, el potencial de la industria del litio y de hidrocarburos de Argentina -al calor de la explotación del yacimiento de Vaca Muerta- podría quedar matizado en caso de que Washington lograra desplazar al país austral.
"Estados Unidos puede ser un competidor en materia de producción de hidrocarburos, lo cual puede perjudicar a la explotación argentina. Esto no augura un buen panorama para nuestro país, más allá de que de todos modos sea primordial la explotación de los recursos naturales", remarcó el analista.