Crece el temor a una posible guerra de mafias entre redes criminales alemanas y neerlandesas, después que una frustrada operación de tráfico de drogas provocara el secuestro y la tortura de un hombre y una mujer al oeste de Alemania, a principios de julio.
Las dos personas, que al parecer formaban parte de un grupo alemán de delincuencia organizada, fueron liberadas gracias a una operación policial en Colonia (en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia), que se saldó con cuatro detenciones y el registro de otras seis propiedades en la ciudad, durante la cual se detuvo a otros dos hombres.
Otros siete atentados con bomba en tres semanas también tuvieron lugar en ese mismo estado federado, y estaban relacionados con intentos de robar dinero de cajeros automáticos.
Se cree que todos estos delitos han sido perpetrados por la "Mocro Maffia", un término general adoptado por los medios de comunicación, tanto en los Países Bajos como en Alemania, para designar a varios grupos de delincuencia organizada que surgieron originalmente de la comunidad marroquí holandesa en la década de 1990.
La mayoría de los criminólogos y policías coinciden en que la Mocro Maffia ya no tiene una identidad étnica única.
"La llamada Mocro Maffia empezó a importar cannabis a los Países Bajos en los años 90, y más tarde amplió su negocio a la importación de cocaína", dice a DW Dirk Peglow, jefe de la Asociación Alemana de Investigadores Criminales (BDK, por sus siglas en alemán).
Sin embargo, esa organización criminal es bastante más propensa a la violencia que los grupos de delincuencia organizada de Alemania. En los medios de comunicación han circulado historias escabrosas, como cámaras de tortura, cabezas cortadas dejadas afuera de bares, e incluso supuestos planes para secuestrar a la princesa heredera holandesa, Amalia, de 18 años. El criminólogo holandés Cyrille Fijnaut calcula que entre 10 y 20 personas son asesinadas cada año por la Mocro Mafia.
"En todos estos grupos el grado de violencia es muy alto", afirma Mahmoud Jaraba, investigador sobre delincuencia del Centro de Investigación FAU Islam y Derecho en Europa (FAU EZIRE). "Pero en este grupo, la disposición a cometer actos violentos es mayor". No obstante, los grupos radicados en Alemania aún no se han lanzado a volar cajeros automáticos, señala.
"Los 'clanes' árabes en Alemania no son tan diferentes: los principales actores proceden de una determinada familia, pero no son grupos cerrados", dice Jaraba a DW. "Sin sus redes dentro y fuera de Alemania y los Países Bajos, no sobrevivirían", sostiene.
Estas redes delictivas parecen prosperar y extenderse por Alemania. "Hemos visto en Renania del Norte-Westfalia que el grupo ya está activo y que hace gala de una brutalidad en sus actividades delictivas que incluye herir o incluso matar a transeúntes inocentes", indica Peglow.
Por lo general, las organizaciones de ambos países parecen cooperar estrechamente, y los grupos alemanes importan cocaína y heroína de sus homólogos holandeses. "Las relaciones y la colaboración entre los distintos grupos delictivos de Alemania y los Países Bajos se han mantenido hasta hoy", afirma Jaraba.
Los investigadores no saben con exactitud cuándo empezó a introducirse la "Mocro Maffia" en Alemania, ni qué delitos cometidos en este país pudieron obedecer a órdenes del grupo holandés.
Peglow advierte de que el Gobierno alemán debía hacer más para apoyar a la Policía en la prevención de la propagación del crimen organizado holandés a Alemania. "En Alemania no podemos esperar a que se establezcan estructuras similares a las de Holanda", dice. (aag/cp)