LONDRES – La marea política ha cambiado en el Reino Unido y la sociedad civil espera como consecuencia el fin de la hostilidad gubernamental.
Las elecciones generales del 4 de julio pusieron fin a 14 años de gobierno del derechista Partido Conservador, también conocido internamente como el de los tories. El partido laborista de centro-izquierda ha vuelto al poder, ganando 411 de los 650 escaños parlamentarios.
Detrás de los titulares, sin embargo, hay pocas razones para pensar que el periodo de volatilidad política del Reino Unido ha terminado, y las repercusiones del referéndum sobre el brexit de 2016, profundamente polarizante, siguen repercutiendo en la política.
Keir Starmer se ha convertido en primer ministro como resultado de las elecciones más desproporcionales de la historia del Reino Unido.
El arcaico sistema electoral del país, basado en el sistema uninominal mayoritario por distritos, significa que su partido obtuvo alrededor de 63 % de los escaños con solo 34 % de los votos proporcionales, un aumento de solo alrededor de 1,5 % respecto a su participación de 2019 y menos que cuando quedó segundo en 2017.
El entusiasmo del electorado por Starmer y sus promesas de reformas prudentes fue poco perceptible. Pero con precios altos, servicios públicos deficientes y una crisis de la vivienda, mucha gente quería cualquier cambio disponible.
En general, la opinión pública consideraba que el gobierno conservador era egoísta y estaba fuera de lugar, y que debía desaparecer.
Los laboristas no fueron los únicos en beneficiarse de la pérdida de apoyo a los conservadores. Los partidos más pequeños y los independientes obtuvieron su mayor porcentaje de votos en un siglo.
El partido populista de derechas Reform UK quedó tercero con 14,3 % de los votos, obteniendo sus mejores resultados en las zonas que más habían apoyado la salida del país de la Unión Europea, aunque el sistema electoral hizo que solo obtuviera cinco escaños.
La mayoría parlamentaria laborista resultante es amplia pero poco profunda: ganó muchos escaños por márgenes pequeños. Es de esperar que el reformismo, que ha quedado segundo con 98 escaños, intente aprovechar el desorden del Partido Conservador, hacer todo el ruido que pueda en el Parlamento y esperar un gran avance la próxima vez.
Los políticos conservadores pueden decidir que la lección es virar más a la derecha, y no se puede descartar una alianza o fusión entre las dos fuerzas de derechas.
El descontento y la falta de compromiso también se reflejaron en una participación de 59,9 %, una de las más bajas de la historia.
Puede haber varias razones: la sensación de que la victoria laborista estaba cantada y las medidas de identificación de votantes introducidas por el último gobierno conservador, que pueden haber impedido votar a 400 000 personas.
Pero es difícil escapar a la conclusión de que al menos algunos de los que se quedaron en casa pensaron que no tenía sentido elegir entre los partidos que se ofrecían.
ES HORA DE RECLAMAR DERECHOS
Para hacer frente a la desafección y alejar la amenaza del populismo de derechas, los laboristas tendrán que demostrar que pueden marcar la diferencia a la hora de abordar el malestar económico y social del Reino Unido.
El respeto del espacio cívico y la colaboración con la sociedad civil pueden ser una señal de cambio y una forma de crear alianzas positivas para abordar los problemas. Aquí hay mucho margen de mejora.
Bajo el último gobierno, la hostilidad hacia la sociedad civil creció y las libertades cívicas se resintieron. El año pasado, la calificación del espacio cívico del Reino Unido fue rebajada a «obstruido» por el Monitor de Civicus, nuestro proyecto de investigación colaborativa que realiza un seguimiento de la salud del espacio cívico en todo el mundo.
La razón principal fueron las nuevas leyes que aumentaron significativamente las restricciones a las protestas y ampliaron los poderes de la policía para disolverlas y detener a los manifestantes. Los activistas climáticos han sido el principal objetivo.