Recientemente se conoció un caso de vaca loca en Brasil, tras lo cual se suspendieron las exportaciones a China. El hecho genera una serie de interrogantes sobre los próximos embarques del país vecino y abre una oportunidad para las exportaciones de la Argentina, Uruguay y otros países.

Para avizorar qué puede pasar en los próximos días resulta útil ver qué ocurrió en 2019 y en 2021, dos años en los que también se detectó vaca loca en Brasil. “En junio de 2019 se comunicó la aparición de un caso y el cierre de exportaciones duró solo diez días, por lo que no se afectaron significativamente las exportaciones de carne vacuna a China”, recuerda Francisco Ravetti, analista de ganados y carnes de AZ- Group. Brasil venía embarcando 25.000-30.000 toneladas por mes y en junio de ese año cayó a 20.000, pero al mes siguiente creció y continuó en los niveles previos.

Distinta fue de situación en septiembre de 2021. Brasil venía con un ritmo de exportación de 90.000 a 110.000 toneladas mensuales hacia China, creciendo a un ritmo significativo, “pero en octubre, noviembre y diciembre se derrumbaron a volúmenes mínimos, lo que desplomó los precios de la ganadería brasileña”, diferencia el técnico.

En el contexto descripto, el país que más aprovechó el “bache” exportador de Brasil fue Uruguay que, de septiembre a octubre de 2021 aumentó 50% sus embarques a China y mantuvo esos volúmenes hasta diciembre de ese año. Diferente fue la situación para la Argentina, que en el mismo periodo no mostró grandes cambios en su dinámica de exportación a China, sino solo un leve crecimiento.

Mientras tanto, los datos de importaciones muestran que el retiro de Brasil del mercado impactó en las compras chinas. A fines de 2021, el gigante asiático venía importando carne vacuna a un ritmo de 200.000 toneladas mensuales y cayó a 150.000 en enero y febrero de 2022 (con 50 días de flete marítimo), por no tener oferentes alternativos a nuestro vecino.

Hacia adelante

Volviendo al presente, si la suspensión de exportaciones de Brasil dura solo 15-30 días como se vislumbra, podría verse afectado el volumen embarcado desde sus puertos, pero no de manera significativa.

“Brasil es un oferente importantísimo, un mercado inmenso que no para de crecer, que exportaba 160.000 toneladas de carne al mundo, con aproximadamente 100.000 a China. Es un mercado con el cual es muy difícil competir y de reemplazar por Uruguay, la Argentina, Estados Unidos o Nueva Zelanda, que quedan chicos al lado de nuestro vecino”, subraya Ravetti.

Entonces, habrá que estar atentos al movimiento de los precios internacionales y de los valores locales en Brasil en los próximos días, para cuantificar el impacto de la noticia en la ganadería brasileña.

En tanto, el interrogante del millón en este momento es si la exportación argentina podría aprovechar esta oportunidad que generó Brasil. Antes de la aparición el caso de la vaca loca, los exportadores argentinos entendían que “las posibilidades de embarques están casi toda tomadas; por más que se quisiera crecer, no hay muchas posibilidades de aumentar los volúmenes de exportación de vacas en China con los precios internos vigentes y con el tipo de cambio atrasado y con retenciones que se debe operar”, apunta Ravetti . En el nuevo panorama que se abre tras la aparición de la vaca loca habrá que ver si pueden tomar parte del espacio que deja Brasil.

Los precios internos de la vaca conserva (buena o inferior) –la principal categoría que se faena para enviar a China- subieron en febrero como lo hicieron las otras categorías vacunas. Por otro lado, el tipo de cambio para exportación no permite ser muy competitivo frente otros proveedores y las restricciones a los embarques que impone el Gobierno limitan bastante la capacidad de poder aprovechar rápidamente la situación.

En 2021 pasó algo parecido y la Argentina no pudo absorber lo que sí aprovechó Uruguay. Entonces “habrá que ver cuánto tiempo se extiende el cierre de exportaciones brasileñas y, en función de ello, observar con más claridad el desempeño de los exportadores argentinos”, concluye Ravetti. (La Nación)