Recapitulando. Durante los meses que siguieron a la invasión de Rusia a Ucrania, los valores del cereal, en los distintos orígenes del mundo, tendieron a estabilizarse por debajo de los máximos alcanzados. Y, al mirar hacia adelante, el devenir de las cotizaciones podría permanecer condicionado, a nivel global, por una serie de factores:
Con un magro saldo productivo, próximo a 13 millones de toneladas, y cerca de la mitad sin comercializar, gana relevancia el análisis del escenario local.
Si bien el bajo volumen de producción estará operando como el principal factor de respaldo a las cotizaciones, vale destacar algunos puntos que llaman a la prudencia en materia de perspectivas.
Lo primero a considerar es el contexto internacional, con baja probabilidad de que pueda aportar el mismo dinamismo que en 2022. Junto a lo comentado en el apartado anterior, resulta difícil pensar en un nuevo shock que dispare los precios, tal como lo fue el estallido el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Por otra parte, aparece la prórroga de las DJVE para los exportadores, que limita su participación en el mercado. Los embarques están quedando muy por debajo de lo declarado. El arribo de nuevos buques permanece muy deprimido respecto de otros años para esta misma época. Según Agricultura, las exportaciones para toda la campaña se estarían ubicando debajo de los cinco millones de toneladas. Más allá de los volúmenes, en algún punto, esta dinámica rememora lo ocurrido en los últimos ciclos, en lo que refiere mercados sometidos a distintos grados de intervención y consecuente falta de tracción.
Al pasar a los números, claramente, estaremos transitando un año con oferta ajustada, pero aún contaríamos con un volumen aceptable de mercadería para negociar internamente. Si partimos de una cosecha próxima a 13 millones de toneladas, con perspectivas de ventas externas cercanas a cinco millones de toneladas, el remanente para satisfacer necesidades internas rondaría los ocho millones de toneladas. El consumo interno suele ubicarse en torno a 6,5 millones de toneladas, aproximadamente.
Por último, también debe tenerse un ojo puesto en el nuevo ciclo (2023/24). Por ejemplo, al analizar la tira de futuros de esta campaña vs. diciembre, se observan diferenciales de precios atípicamente elevados, los cuales permiten armar distintas estrategias.
En suma, en este contexto, se abre un amplio rango de alternativas y precios en el mercado local, desde los valores que puede llegar a proponer algún exportador puntual, pasando por las cotizaciones del mercado a término, hasta los negocios particulares de los molinos dependiendo de la zona del país y las necesidades. Estamos transitando un ciclo muy atípico, donde habrá qué estar muy atentos a la evolución de los mercados para no perder oportunidades. (LA NACIÓN - El autor es responsable del Dpto. de Análisis de Mercados de Grassi S.A. – Por Ariel R. Tejera)