El primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, pasa su primera gran prueba de fuego a ojos de los mercados. Los inversores han respondido con calma al nuevo plan fiscal que tiene como piedra angular subidas de impuestos por valor de 25.000 millones y reducción de gasto por hasta 30.000 millones de libras (alrededor de 63.000 millones de euros en conjunto). Un programa con el que busca granjearse la confianza de los mercados y que tiene entre sus principales pilares la contención de la deuda. Sin embargo, esto no ocurrirá hasta pasadas las elecciones de 2024, cuando los ‘Tories’ se juegan su continuidad en Downing Street.
Según el programa presentado por los Conservadores, Reino Unido se endeudará en 177.000 millones de libras este año, el equivalente al 7% del PIB, mientras que el próximo ejercicio el incremento será del 5,5%. No será hasta el periodo 2025-2026, después de la resaca electoral, cuando la deuda acumulada de Reino Unido empezará a bajar al 97,6%, para colocarse en el 97,3% en el periodo 2027-2028.
Precisamente, la primera crítica hacia Sunak ha venido por el lado de la calma a la hora de contraer la deuda y se le acusa al Gobierno británico de impulsar recortes en diferido, ya que la mayor parte de estas medidas se llevarán a cabo después de 2024. Desde Schroders tachan su propuesta de “desalentadora” y lamentan que “muchas” de las iniciativas “hacen poco por reducirla”. “Se ha adoptado un enfoque similar al del pasado: pedir prestado ahora, prometer pedir menos prestado en el futuro. Pero al menos con esta declaración fiscal, existe esa promesa de apretarse el cinturón en algún momento”, remarca.
Pese a ello, los mercados han respondido a esta decisión con relativa calma, después de los esfuerzos de Sunak por obtener su beneplácito. Este jueves la libra se intercambiaba en el entorno de los 1,14 dólares mientras que el rendimiento del bono a diez años ha respondido con una ligera subida del 1,59%, hasta los 3,19%, manteniéndose casi un punto y medio por debajo del máximo del 4,5% (barrera inédita desde 2008) que llegó a tocar en plena tormenta financiera por las erráticas decisiones de Liz Truss. Los movimientos en la bolsa también han sido mínimos y el FTSE cerró la jornada de este jueves prácticamente plano, tras caer un ligero 0,06%.
La economista senior en Federated Hermes, Silvia Dall’ Angelo, cree que el ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, artífice de dichas medidas, ha conseguido un “delicado” equilibrio entre el apoyo económico a corto plazo -en forma de subvenciones energéticas- y la sostenibilidad a corto plazo. “Por ahora esto es suficiente para transmitir la sensación de que el ejecutivo actual se toma en serio los problemas de sostenibilidad fiscal”, añade, al tiempo que destaca la reacción “limitada” de los mercados financieros como una señal de confianza en las credenciales de ortodoxia fiscal del nuevo Gobierno, al menos por ahora.
Reino Unido opta por subir impuestos
La ‘declaración de otoño’ británica contempla entre sus medidas estrella más inmediatas la rebaja de 150.000 libras a 125.140 libras el umbral a partir del cual se comenzará a aplicar la banda más alta del impuesto sobre la renta, que ronda el 45% y subirá en diez puntos, hasta el 35%, el gravamen temporal sobre las ganancias extraordinarias de las compañías energéticas, que seguirá vigente hasta 2028. En el lado de la tijera, se anulará la exención del tributo de circulación a los coches eléctricos a partir de 2025 y reducirá de forma progresiva el monto exento en el impuesto sobre ganancias de capital hasta las 3.000 libras desde 2024. Por su parte, Hunt mantiene congeladas por un periodo de casi seis años las bases mínimas del impuesto sobre la renta y sucesiones.
El programa, que tiene en cuenta las proyecciones de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en inglés), descansa sobre pilares como la estabilidad financiera, la protección de los servicios públicos y el crecimiento económico. En este sentido, Hunt ha reiterado que las medidas se ponen en marcha después de que el país haya entrado en recesión y con un escenario de contracción del 1,4% para el próximo año, que apenas durará doce meses, ya que comenzará a recuperarse dentro de dos años para cerrar en el 1,3%, ocho décimas menos de lo estimado.
A los analistas no les ha quedado claro si el anuncio incluye suficientes medidas para abordar “el bajo crecimiento del país” y la alta inflación será más alta de lo previsto. El nuevo cuadro macroeconómico del Gobierno contempla un aumento de precios del 9,1% al cierre del actual ejercicio, casi dos puntos por encima de lo estimado con anterioridad (7,4%) y del 7,4% en 2023, frente al 4% esperado inicialmente. “Aunque la declaración fiscal ha abordado en cierta medida las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda y la emergencia a corto plazo de los altos precios de la energía, el problema del limitado crecimiento de la productividad se cierne sobre nosotros y es una fuente potencial de nuevas decepciones fiscales en el futuro”, precisa Dall’ Angelo.
EL DÓLAR COMO PROTECCIÓN SE ACABA: POR QUÉ LOS EXPERTOS ESTÁN MIRANDO AL ORO
Las crisis de confianza en las criptomonedas y los vaivenes entre las principales divisas devuelven al metal dorado a la primera línea de los mercados en tiempos de alta inflación e incipiente recesión.
El oro puede estar ante el momento ideal para volver a reinar en los mercados al calor del cambio de la política monetaria por parte de los bancos centrales, en especial de la Fed. Si los bancos centrales consiguieran controlar la inflación y hacer que avanzase de forma sostenible hacia el objetivo del 2%, habría muy poca justificación para invertir en metal dorado. Esto es así, al menos, para los inversores en dólares, que pueden comprar bonos ligados a la inflación con un rendimiento casi del 2%.
Sin embargo, no es en absoluto evidente que los bancos centrales vayan a ganar la lucha contra la inflación de una manera fácil. Al menos, entendida esta disputa como la vuelta al escenario central de las instituciones monetarias del 2%. “Es posible si las expectativas de inflación a largo plazo de los ciudadanos y, por ende, los convenios salariales, se mantienen moderados”, cuenta Bert
Pero si la inflación sigue siendo muy alta hasta bien entrado el próximo año debido a los paquetes de ayuda a gran escala que amortiguan la pérdida de poder adquisitivo por los precios de la energía, será difícil mantener la narrativa del éxito en la lucha contra la inflación utilizando los tipos de interés. “Esto es especialmente cierto si las subidas de los tipos de interés causan daños colaterales, como ha ocurrido recientemente en el Reino Unido”, añade Flossbach.
Para Flossbach podría producirse una pérdida de confianza en el valor del dinero, si se demuestra que la política monetaria está llegando a su límite en la fase de inflación importada y alto endeudamiento, los bancos centrales no tienen armas eficaces para la lucha contra la inflación. “La debilidad de la libra esterlina, del yen y del euro apunta a que la pérdida de confianza ya empieza a ser un problema”, ahonda.
El Banco de Inglaterra está luchando contra una política fiscal expansiva financiada por la deuda, el Banco de Japón está luchando contra una deuda fuera de control, y el BCE está luchando contra su propia promesa de preservar el euro ("cueste lo que cueste"). La Reserva Federal dispone de opciones más eficaces. Los tipos de interés ya han subido considerablemente, la economía sigue en buena forma y la situación geopolítica es mejor que la de Europa o Japón.
Más vientos favorables
A todo esto, hay que sumarle que la fortaleza del dólar, que ha actuado como el activo refugio por excelencia, parece haberse venido abajo. Algo que históricamente también ha favorecido al metal precioso en el pasado y por lo que muchos expertos ya se están subiendo claramente al barco. “Las ganancias del dólar y las rentabilidades de los bonos pesaban sobre el oro”, expone Jim Wyckoff, analista de Kitco Metals. “La caza de gangas por parte de los alcistas envalentonados por los beneficios de la semana anterior podría haber ayudado a la ligera recuperación del oro”, apunta.
“El oro parece tener una fuerte resistencia en el nivel de 1.800 dólares, con un soporte decente en la región de 1.750 dólares”, explica en una nota Edward Moya, analista sénior de OANDA. Como contexto, Bullion reportó su mejor ganancia semanal desde marzo de 2020 los últimos cinco días de cotización, con la esperanza de aumentos de tipos más lentos después de que los datos mostraran un enfriamiento de la presión de los precios en Estados Unidos.
La vicepresidenta de la Fed, Lael Brainard, se unió el pasado lunes a las declaraciones del gobernador Christopher Waller para indicar que la Fed está lista para comenzar a moverse en incrementos de tipos más pequeños, al tiempo que enfatiza lo que Brainard llamó la "resolución" del banco central para seguir elevando el precio del dinero, según sea necesario para combatir un aumento repentino de la inflación.
Si bien el oro se considera una protección contra la inflación, el aumento de tipos tiende a opacar el atractivo de los lingotes, ya que no paga intereses. Los traders de futuros de fondos federales ven una probabilidad del 89% de un aumento de 50 puntos básicos en la reunión de diciembre del banco central, con solo un 11% de probabilidad de un incremento de 75 puntos básicos.
No obstante, hay un interrogante sobre si la Fed puede defender por sí sola el dinero fíat del mundo. “La fortaleza del dólar se está convirtiendo cada vez más en una carga para la economía estadounidense y los mercados emergentes con deuda en dólares”, comenta Flossbach.
El experto cree que el mercado inmobiliario estadounidense empieza a resentirse bajo el peso de los elevados tipos de interés de las hipotecas y los ahorros vitales para la jubilación de los ciudadanos estadounidenses empiezan a diluirse. “Por lo tanto, la Fed también debe tener cuidado de no endurecer demasiado los tipos de interés”, dice.
El margen de maniobra de la Fed también es limitado en este sentido y el dólar estadounidense, que actualmente actúa como ancla de estabilidad, solo está apuntalado por el "in God we trust" desde la abolición del patrón oro. “Como ha ocurrido tantas veces en el pasado, el oro se convertiría entonces en la moneda de último recurso”, termina. (Reuters)