Otro caso parecido es el de los stents (pequeños tubos implantables para reparación de tejidos) en el esófago, que, una vez cumplido su cometido deben dejarse permanentemente ahí o bien ser extirpados y retirados mediante endoscopia, causando efectos secundarios ambas opciones.
Hacer que dispositivos metálicos de esos y otros tipos se disuelvan dentro del cuerpo cuando su trabajo ha finalizado evitaría procedimientos quirúrgicos para retirarlos.
Un equipo que incluye a Giovanni Traverso y Vivian Feig, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, ha creado una tecnología capaz de hacer justamente eso.
El laboratorio de Traverso lleva varios años trabajando en dispositivos ingeribles que puedan permanecer en el tracto digestivo durante días o semanas, liberando fármacos en un horario determinado.
La mayoría de esos dispositivos están hechos de polímeros, pero recientemente los investigadores han estado explorando la posibilidad de utilizar metales, que son más fuertes y duraderos. Sin embargo, uno de los retos de la administración de dispositivos metálicos es encontrar la forma de retirarlos una vez que ya no se necesitan.
Para crear dispositivos capaces de descomponerse bajo demanda dentro del cuerpo, el equipo del MIT se inspiró en un fenómeno por el cual un metal líquido genera fragilidad en un metal sólido. Este proceso ha sido bien estudiado como fuente de fallos en estructuras metálicas, incluidas las de zinc y acero inoxidable.
Se sabe que ciertas combinaciones de metales líquidos son capaces de introducirse en las fronteras de grano de los metales sólidos (líneas fronterizas entre los cristales que lo componen) y hacer que tales metales sólidos se debiliten drásticamente y se desmenucen. El equipo de Traverso y Feig quiso ver si podía aprovechar ese fenómeno para disolver bajo demanda dispositivos médicos intracorporales.
Un tipo de metal líquido que puede inducir la fragilidad es el galio. Para este estudio, los investigadores utilizaron galio-indio eutéctico, una aleación de galio que ha sido explorada para una amplia gama de aplicaciones en biomedicina, así como en energía y electrónica flexible.
Para los dispositivos, los investigadores optaron por utilizar aluminio, conocido por su susceptibilidad a la fragilidad cuando se expone al galio.
El galio debilita los metales sólidos como el aluminio de dos maneras. En primer lugar, puede difundirse a través de las fronteras de grano del metal provocando la rotura de trozos de metal. El equipo del MIT ha demostrado que puede aprovechar este fenómeno diseñando metales con diferentes tipos de estructuras de grano, lo que permite que los metales se rompan en pequeños trozos o se fracturen en un punto determinado.
El galio también impide que el aluminio forme una capa de óxido protectora en su superficie, lo que aumenta la exposición del metal al agua y potencia su degradación.
El equipo del MIT comprobó que al liberar galio-indio eutéctico en dispositivos de aluminio, los metales se deshacían en cuestión de minutos.
En este estudio, los investigadores realizaron las primeras pruebas de toxicidad de este galio-indio, en roedores, y descubrieron que no resultaba tóxico, ni siquiera en dosis elevadas. Sin embargo, tal como advierte el equipo, habrá que realizar más análisis para garantizar que su administración a los pacientes humanos sea segura. (Fuente: NCYT de Amazings)