Este 17 de noviembre marca el inicio de un movimiento que reúne, desde hace meses en las rotondas y en las manifestaciones, a los llamados "chalecos amarillos".
Fue hace tres años, en los primeros fríos de noviembre. Rostro demacrado, mirada decidida, Rémi, empleado en un hospital y "chaleco amarillo" dio un testimonio sincero: "Trabajamos, trabajamos. Pero al final del mes, no tenemos nada. Cuando tienes 1.100 euros, pagas el seguro de un coche, pagas el alquiler, el agua, la electricidad, el gas. ¿Qué te queda a final de mes? Nada. El día 15, te mueres de hambre".
El movimiento de los "chalecos amarillos" sorprendió a Francia e hizo retroceder al gobierno en el tema del impuesto sobre el carbono y los precios de la energía. Emmanuelle Reungoat, investigadora en ciencias políticas en la Universidad de Montpellier, habló con Laurence Théault de RFI sobre los orígenes del movimiento: "Al principio, el movimiento se centró en el poder adquisitivo, porque es una cuestión importante para muchos 'chalecos amarillos'", explica. “Dicho esto, lo que vimos en nuestros estudios fue que el movimiento era mucho más amplio que eso. Es decir, también hay toda una parte que no se vio afectada por la precariedad".
Clase trabajadora y clase media
La investigadora insiste en la sociología fragmentada de los "chalecos amarillos", que no sólo afectó a los más precarios. "Es un movimiento de la clase trabajadora, de la clase media. Y también vimos que no teníamos el mismo tipo de población en las rotondas, en las manifestaciones, según se decía. El movimiento era relativamente representativo de una gran parte de la población francesa", afirma.
Emmanuelle Reungoat señala que los motivos de descontento de los "chalecos amarillos" "no se han movido" desde hace tres años. Para ella, los "chalecos amarillos", que tienen dificultades para llegar a fin de mes, siguen teniendo las mismas dificultades económicas en el día a día, "aunque a veces el movimiento haya podido establecer redes de solidaridad y ayuda mutua". "No son las políticas públicas las que han cambiado. Y aunque se trate de un movimiento de trabajadores o asalariados en su conjunto, la reforma del la Oficina del Trabajo y del seguro de desempleo no va a ir en esa dirección”. La cuestión del sentimiento de indivisibilidad o desprecio social "tampoco ha cambiado", señala la investigadora.
¿Hacia un retorno de la movilización?
La movilización duró mucho tiempo, pero acabó debilitándose. Entonces, ¿se puede reanudar el movimiento? "No creo que se reanude de la misma forma, si es que lo hace. Dicho esto, los motivos de descontento siguen siendo los mismos", afirma Emmanuelle Reungoat. “Este movimiento ha creado lazos entre las personas. Incluso las personas que se desvincularon, tejieron redes de sociabilidad, de interconexión entre personas que no se conocían y de orígenes políticos muy diferentes. Estas son las cosas que quedan. Se trata de redes que, potencialmente, pueden ser reactivadas, especialmente las redes de amistad y de sociabilidad. A partir de ahí, decir que el movimiento se reanudará y de qué forma... es difícil de decir".
En total, el movimiento de los "chalecos amarillos" movilizó a casi tres millones de personas a finales de 2018 y principios de 2019. (RFI)