No era un misil, era un vehículo espacial. Con estas palabras, China negó ayer haber probado el pasado mes de agosto un misil hipersónico con capacidad nuclear, tal y como sostuvo este fin de semana el diario Financial Times. Según sus fuentes, el proyectil lanzado por Pekín dio la vuelta a la Tierra en una órbita baja antes de descender hacia su objetivo, un avance que “pilló por sorpresa” a los servicios de inteligencia estadounidenses.

Sin embargo, China sostiene que esa información es errónea. “Fueron pruebas rutinarias para verificar tecnologías para la reutilización de naves espaciales”, aseveró el lunes el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian.

En su intervención, señaló que este tipo de ensayos pueden servir para “reducir el coste de las misiones espaciales” y proporcionar “un método barato y conveniente” para hacer viajes de ida y vuelta al espacio, y agregó que muchos otros han realizado pruebas similares. “China trabajará junto a otros países para el uso pacífico del espacio y el beneficio de la humanidad”, remachó Zhao, quien también aseguró que el test tuvo lugar en julio y no en agosto, como recogió el diario de origen británico.

Cierto o no, lo que es seguro es que desde Estados Unidos y otras capitales aliadas se observa con preocupación los últimos avances del programa armamentístico y de tecnología militar chinos. En los últimos meses, varios responsables militares americanos ya advirtieron sobre las crecientes capacidades nucleares chinas, sobre todo después de que se publicaran unas imágenes por satélite de la construcción de unos 200 silos de misiles intercontinentales.

 “La prueba demostró que China ha hecho un progreso asombroso en materia de armas hipersónicas y que está mucho más avanzada de lo que los funcionarios estadounidenses creían”, afirmó en este sentido el diario. Según su versión, dos de las personas familiarizadas con la prueba avisaron de que el arma podría, en teoría, sobrevolar el Polo Sur, lo que plantearía un serio reto al Ejército estadounidense, dado que sus sistemas de defensa antimisiles están enfocados en la ruta polar norte.

Sobre el papel, los misiles hipersónicos rompen en vuelo al menos cinco veces la barrera del sonido. Aunque se desplacen más despacio que un proyectil balístico, el hecho de que puedan volar a escasa altura y trazar trayectorias no parabólicas los convierte en un arma táctica muy difícil de interceptar por los sistemas de defensa enemigos.

En el mundo hay unos diez países trabajando en el desarrollo de la tecnología hipersónica. El pasado mes de septiembre, Corea del Norte aseguró haber probado satisfactoriamente un misil de estas características de fabricación nacional. Por su parte, Rusia afirmó el pasado 4 de octubre que había lanzado con éxito un proyectil hipersónico (el Zircon) desde un submarino que navegaba por el Ártico.

Las noticias sobre este nuevo misil llegan en un momento de renovadas tensiones entre Washington y Pekín a cuenta del aumento de la actividad militar china en las inmediaciones de Taiwán, a la que considera parte inalienable de su territorio.

En este sentido, el diario nacionalista Global Times aseguraba que el país no aspira a desbancar a EE.UU. como potencia militar hegemónica, pero que va a seguir desarrollándose a su ritmo para lograr superioridad en zonas aledañas como el mar de China Meridional o el estrecho de Taiwán. “Es inevitable que China logre ventaja sobre la fuerza militar estadounidense en estas áreas”, señaló en su editorial.  (AFP)