La elección pulverizó la coalición de gobierno. Mantuvieron el voto duro que no alcanza para ganar elecciones ni para gobernar y perdieron lo que el presidente les había aportado. El presidente tiene que decidir si asume su condición de tal y gobierna.
No veo un golpe, veo un gobierno que en la derrota demuestra la razón de esta. No tienen idea para donde ir, no saben cómo manejarse cuando no tienen recursos y boicotean a los que pueden producirlos. Se miran el ombligo e ignoran a la sociedad. Es una lucha palaciega que por su intensidad tiene gran importancia institucional.
Luego de caracterizar como catástrofe política el resultado de la elección, la vicepresidenta en un mensaje que tiene contenido de proclama opositora, le reclama al presidente que honre la decisión que ella personalmente tomó, de proponerlo como candidato. Termina afirmando que por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también… que honre la voluntad del pueblo argentino.
No nos corresponde a la oposición meternos en las discusiones internas de la coalición de gobierno acerca de cómo se integra, como funciona y cuáles son sus caminos.
Sin embargo, cuando el debate o las diferencias en el oficialismo se expresan con irresponsabilidad e imprudencia, generando incertidumbre y zozobra, cabe desde la oposición llamar a la prudencia y a la responsabilidad.
Al gobierno la magnitud de la derrota los encierra en la lógica de pensar como se recuperan en las elecciones de noviembre, sin tener en cuenta que la desmesura de sus acciones dificulta la posibilidad de abocarse a lo que quedó en claro en la elección, que es la enorme preocupación por el deterioro de la economía, la falta de un programa que efectivamente ponga a trabajar a los argentinos.
Las PASO del 12 de septiembre fueron para la gran mayoría de los argentinos, una bocanada de aire fresco, la posibilidad de la apertura de una puerta a la esperanza. La expresión de un pueblo que hace de su voto el instrumento para cambiar las cosas. La idea de la alegría volvió a aparecer en millones de argentinos luego de un par de años muy duros de desazón, incertidumbre y fragilidad causada por la pandemia y el mal desempeño del gobierno para enfrentarla.
Los liderazgos se aprecian en los momentos difíciles, entre ellos las derrotas. Peor no puede ser lo que están exhibiendo el presidente en su pasividad y Cristina Fernández de Kirchner en su imprudencia y falta de ubicación.
El disparador de esta lamentable situación fue la renuncia acordada y presentada en conjunto por los ministros alineados con la vice presidenta
Como con casi todo lo que hace el kirchnerismo, cambia el sentido a las palabras y a los hechos. Casi siempre la presentación de la renuncia de los ministros frente a una derrota electoral de importancia es una forma de colaborar con el presidente para que reorganice su gobierno. Nadie puede inferir de lo sucedido que esto fue así. Por el contrario, es una maniobra tendiente a tomar el control de áreas decisivas del gobierno por parte de un sector.
Se vuelven a equivocar en una situación y un momento donde no hay lugar para la persistencia en el error.
El Presidente y los que en el Frente de todos expresaban alguna moderación, se fueron mimetizando con el kirchnerismo duro y fueron perdiendo identidad y sentido ellos y votos el Frente como se acaba de ver.
La vicepresidenta se empecina en su mala lectura del resultado electoral, de la situación del país, y sobre todo del camino para la salida.
El presidente, campeón mundial de la procrastinación sigue sin asumir su condición de tal.
Es una decisión que tiene que tomar solo él. Pero solo no podrá. No es la oposición la que lo debe acompañar en esto, es el peronismo que, apelando a las reservas de buen criterio que aún mantiene, debe dejar la pasividad y la indiferencia. Debe animarse a respaldar al presidente y esta vez ser ellos los que pongan en orden la casa que una vez más desordenan.
Mientras tanto, desde el lugar en que nos puso el pueblo, seguiremos trabajando para la consolidación de una alternativa consistente capaz de sacar al país de su decadencia. (Infobae - Facundo Suárez Lastra)
Históricamente el PJ no ha logrado dirimir sus internas con las herramientas adecuadas de la democracia. Esto produce crisis institucionales porque los hechos se imponen al derecho. Hoy estamos ante un claro golpe institucional interno, perpetrado por la actual vicepresidenta de la Nación y los sectores kirchneristas más irresponsables de la coalición de gobierno. Todavía hay quienes creen que se pueden imponer políticas a través de la fuerza y olvidando la razón democrática.
Algo que nuestro pueblo aprendió con mucho dolor es que la diversidad y pluralidad se construye con argumentos, debate y pensamiento. Años de luchas fratricidas, nos hacen recordar que las guerras de facciones sólo nos hacen más pobres, débiles y temerosos. No podemos repetir la historia y menos cuando hace pocos días la gente se expresó en las urnas por el camino democrático.
Está claro que ante esta crisis auto-provocada, el Presidente y la Vicepresidenta no han entendido el mensaje contundente de la ciudadanía en las elecciones PASO. Más aún, pareciera que no entendieron ni siquiera para qué sirven las PASO, justamente para que las coaliciones puedan dirimir sus internas y no se generen estas crisis institucionales. Las PASO deben zanjar las diferencias electorales, y los gobernantes deben solucionar la grave situación económica, social, sanitaria, la deficiente adquisición de vacunas, la inflación, la pérdida de empleo y la inseguridad, entre otros temas.
La tentación de cegarse por el poder, el objetivo de impunidad, la megalomanía y la incapacidad de interpretar lo que le sucede al pueblo los llevó a imprudencias que pueden descontrolarse. Las crisis de gobierno se saben dónde empiezan pero no dónde terminan, es fundamental tener responsabilidad de Estado.
La gente pide estabilidad, paz, unión y trabajo. Frente a eso, la Vicepresidenta responde con intrigas de palacio, quizás por búsqueda de más impunidad, quizás porque está a muy poco de perder la mayoría automática en el Senado que manejó como escudo a sus problemas de corrupción.
Es hora de que, ambos, Presidente y Vicepresidenta, asuman la responsabilidad y resuelvan sus internas siguiendo las reglas institucionales. Deben frenar las conspiraciones inconducentes que tienen de rehenes a millones de argentinos.
La Vicepresidenta debe saber que fue elegida para presidir el Senado y no para indicarle al Presidente cómo armar su gabinete. Por su parte, el Presidente debe recuperar la autoridad, para elegir a sus colaboradores y ministros; ejercer el poder y ponerse a trabajar en los problemas más urgentes de la ciudadanía. La Constitución sabiamente estableció que el Poder Ejecutivo es unipersonal.
Nosotros, desde Juntos por el Cambio, vamos a defender la institucionalidad que corresponde desde el Parlamento. Fuimos votados para eso en 2019 y ratificados este domingo en ese rol. Tanto para sostener el equilibrio como para poner los límites necesarios al poder de turno. Vamos a seguir buscando la unidad de todos, en base al diálogo, la sinceridad y los valores republicanos. Tenemos la enorme responsabilidad de cuidar y ser muy respetuosos del resultado que obtuvimos el pasado 12 de septiembre.
La soberanía popular se expresa en las elecciones, pero también, en el texto constitucional que nos ha sido legado a través de la lucha de varias generaciones de argentinos. Construir una República implica respetar lo que dicen las mayorías circunstanciales y sostener los límites que la Constitución nos impone, como garantía de las minorías. Esa es una labor colectiva en la que todos debemos aportar, pero nadie debería creerse con el derecho a empezar de cero para cumplir su capricho o venganza.
En esta campaña escuchamos la palabra “basta” a lo largo y ancho del país. Basta de atropellos. Basta de mentiras. Agregaría basta de internas e intentos de destruir el orden institucional. La democracia se sana con más democracia, la república se sana con más república. No debe haber más lugar para la violencia que nada construye. Ellos son responsables, ellos deben encontrar la solución. (Infobae - Por Maximiliano Ferraro)