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Así lo destaca Eric Becraft, que encabeza el equipo internacional que ha hecho el descubrimiento.
El equipo de Becraft, quien realizó su parte del trabajo en el Laboratorio Bigelow de Ciencias Oceánicas y que ahora está en la Universidad del Norte de Alabama, ambas entidades en Estados Unidos, ha descubierto que para cierta especie de microbio, que se alimenta de reacciones químicas desencadenadas por la radiactividad, la evolución ha estado prácticamente detenida durante 175 millones de años. El descubrimiento obligará a la comunidad científica a replantearse algunas cuestiones sobre la evolución microbiana. Y puede que esto también tenga importantes repercusiones para diversas aplicaciones biotecnológicas.
El microbio, Candidatus Desulforudis audaxviator, fue descubierto por primera vez en 2008 por un equipo de científicos, dirigido por Tullis Onstott, coautor del nuevo estudio. Residiendo en una mina de oro sudafricana a casi tres kilómetros bajo el suelo, los microbios adquieren la energía que necesitan de las reacciones químicas provocadas por la desintegración radiactiva natural de algunos minerales. Habitan en cavidades llenas de agua dentro de las rocas en un ecosistema completamente independiente, sin depender de la luz solar ni de ningún otro organismo.
Debido a su biología única y a su aislamiento, los autores del nuevo estudio querían averiguar de qué modo habían evolucionado los microbios de esta especie en cada zona geográfica. Buscaron otras muestras de las profundidades del subsuelo y descubrieron al Candidatus Desulforudis audaxviator en Siberia y California, así como en varias minas adicionales de Sudáfrica. Como cada entorno era químicamente diferente, estos descubrimientos dieron a los investigadores una excelente oportunidad para buscar las diferencias entre cada población que parecía lógico que hubieran aparecido a lo largo de los millones de años durante los cuales esas comunidades habían estado separadas.
Utilizando herramientas avanzadas que permiten a los científicos leer los “planos” genéticos de las células individuales, los investigadores examinaron los genomas de 126 microbios obtenidos de tres continentes. Sorprendentemente, todos resultaron ser casi idénticos.
"Fue impactante", confiesa Ramunas Stepanauskas, del Laboratorio Bigelow de Ciencias Oceánicas y miembro del equipo de investigación. Lo descubierto contradice el modo actual de entender la evolución microbiana, ya que esta suele ocurrir a un ritmo muchísimo más rápido. Se ha comprobado que numerosas bacterias bien estudiadas, como la E. coli, experimentan cambios evolutivos significativos en pocos años como respuesta a cambios ambientales, por ejemplo la exposición a los antibióticos.
Los autores del hallazgo no encontraron pruebas de que los microbios estudiados puedan viajar a largas distancias, sobrevivir en la superficie de la Tierra o soportar mucho tiempo la presencia de oxígeno. Así que, una vez que los investigadores determinaron que no había posibilidad de que las muestras se hubiesen contaminado de forma cruzada durante el estudio, las explicaciones plausibles disminuyeron.
La mejor explicación que los autores del estudio tienen es que estos microbios no han cambiado mucho desde que sus ubicaciones físicas se separaron durante la ruptura del supercontinente Pangea, hace unos 175 millones de años.
Stepanauskas y sus colegas plantean la hipótesis de que el estancamiento de la evolución que han descubierto en estos microbios se debe a las poderosas protecciones que el microbio posee contra las mutaciones. Esas protecciones esencialmente han puesto su código genético en modo “Solo Lectura”, impidiendo que sea modificado.
El estudio, titulado “Evolutionary stasis of a deep subsurface microbial lineage”, se publica en la revista académica The ISME Journal. (Fuente: NCYT de Amazings)