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Sólo en Cataluña la policía detuvo a 34 personas por actos de pillaje. El caso de Hasél se presta a distintas confusiones. Tiene otras condenas:por resistencia a la autoridad, por allanamiento de un local y por amenazar a un testigo
Poco tiene que ver esto con defender la libertad de expresión. La quinta noche de protestas en Barcelona por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél derivó en el saqueo de numerosas tiendas en el centro de la ciudad y, además, alcanzó a dos edificios emblemáticos: el Palau de la Música y la Bolsa de Barcelona. Un grupo de encapuchados levantó barricadas en el centro de la ciudad y quemó todo tipo de mobiliario urbano. Otro grupo, también encapuchado, aprovechó la presencia de un saco de escombros a escasos metros del Palau de la Música para apedrear los vidrios de la entrada del coliseo modernista. Sólo en Cataluña la noche del sábado se saldó con 34 detenidos por actos de pillaje. La Asociación Paseo de Gracia de Barcelona, que agrupa 180 comercios de esta vía, ha cuantificado en “varios millones” los daños causados esta noche en los disturbios.
Los disturbios y manifestaciones sucedidas durante las últimas noches en diferentes puntos de España han abierto un debate entre quienes piden su libertad y los que reafirman la pena de cárcel por los delitos cometidos por el rapero. Aunque gran parte de la sociedad española coincide en que estos actos de pillaje y vandalismo nada tienen que ver con la libertad de expresión.
Un rapero de poca calidad y largo historial de antecedentes
El caso de Hasél se presta a distintas confusiones. La condena es más por sus tuits que por sus canciones, y la pena de cárcel no se debe a sus palabras. Tiene otras condenas —por resistencia a la autoridad, por allanamiento de un local y por amenazar a un testigo—
"Te mereces un tiro. Te apuñalaré. Te arrancare la piel a tiras. Que escondan una bomba mientras come un menú caro. Que le rompan los sesos de un disparo. Mira la bala que tengo preparada que va directo al pecho" dice una de las letras del rapero Pablo Hásel que nunca tuvo el reconocimiento de la crítica y siempre ha buscado la provocación violenta para crear impacto. Aunque la libertad de expresión también deba contener en sus límites la diarrea mental.
La primera de las condenas a las que se enfrentó Hasél se dio en el año 2014 por enaltecimiento del terrorismo. Así, fue condenado a dos años de cárcel, ya que sus letras hablaban de ETA, los Grapo y otros grupos, unas letras que no quedaron amparadas por el derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, durante el año 2019, la Justicia suspendió la ejecución de la sentencia durante tres años, ya que la condena no superaba los dos años y al momento de los hechos (2014) no tenía otros antecedentes penales.
En 2018 2018 la Justicia volvió a condenar al rapero por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona y a a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en una serie de tuits. Después, el Tribunal Supremo bajó la pena a nueve meses de prisión y multas, ya que, en los mensajes, Hasél se referían a ETA y a los Grapo, bandas inactivas desde hacía ya años. Es por esta segunda condena por la que el rapero entra a prisión, ya que hoy en día sí es una sentencia firme que, aunque se recurrió ante el Constitucional, el organismo no admitió el recurso.
Pero es que además, está la condena por agresiones del año 2020, cuando un juez lo condenó a seis meses de cárcel por agredir a un periodista de TV3 en una rueda de prensa. El juez consideró probado que Hasel empujó, insultó y roció con un líquido de limpieza al periodista, por lo que le condenó a meses de cárcel y a una indemnización para el periodista.
Por si todo fuera poco, la Audiencia de Lleida ha confirmado otra condena de dos años y medio por amenazar a un testigo de un juicio contra unos guardias urbanos de Lleida.
En definitiva, un largo historial que va más allá del debate sobre las injurias y la libertad de expresión para adentrarse en un oscuro expediente. (RFI)