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para saltear el orden de prioridad en la vacunación del Covid y lograr inmunizarse ellos y/o las familias y funcionarios amigos, en detrimento del personal de salud, quienes aún no han sido cubierto ni siquiera en un 50% en la provincia. Al mismo tiempo que hablaba García, se conocía el escándalo similar de Ginés y Verbitky y otros, que terminó de poner a la Argentina en las primeras planas de los diarios del mundo, del ridículo internacional.
El funcionario provincial, salió con La Opinión Austral, cumpliendo con el mecanismo típico de respuesta del gobierno provincial ante cualquier circunstancia que pone al Ejecutivo en condición vulnerable ante la opinión pública. Sin embargo, la intervención de García, lejos de llevar tranquilidad, genera una reacción contraria aún mayor en la opinión pública, por cuanto se desprende de sus palabras una actitud displicente con tan escandalosa situación de abuso de poder, falta de ética y delito dentro de la Ley de Emergencia; se nota una intención de ocultar, minimizar y/o sepultar definitivamente el grave hecho, para encubrir a los actores de este delito, todos pertenecientes al FPV y finalmente, aunque le es muy difícil hacerlo, cumple con el otro requisito esencial dentro del gobierno: patear la pelota para afuera y poner la culpa en otros (Ginés la hizo cargo a su secretaria), cuando el único y principal culpable y/o responsable de esta situación es el propio García, quien debería haber renunciado o la gobernadora haber echado de su cargo.
“Tenemos repartidas 9 mil dosis (de vacunas) y estamos hablando de una problemática de 5, 10 o 15 dosis. En el resto se hizo la vacunación según el cumplimiento de la normativa que emanaron de la superioridad. Todas las pautas de quienes tienen que ser vacunados se cumplieron“, dijo el Ministro de Salud de Santa Cruz sin que le caiga encima las consecuencias del propio reconocimiento del delito.
Para el funcionario de salud “la problemática” de 5, 10 o 15 dosis es “mínima”. Esto habla a las claras de la forma irresponsable con el que el gobierno minimiza el hecho, solo por encubrir a la militancia del FPV, que cometió el abuso de poder inoculándose indebidamente las vacunas de Covid-19 con destino al personal de salud. ¿Alguien supone lo que hubiera pasado si el hecho fuera a la inversa y los involucrados fueran otros que no la militancia K?.
No se puede concebir que un Ministro, relativice de esta manera un hecho tan grave como que 5, 10 o 15 vacunas dejen de aplicarse a personal esencial para vacunar a militantes del FPV, que no tienen nada de esencial y poco de importantes.
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“Como corresponde investigamos si hay que aplicar sanciones o la conducta que tenga que tomarse se va a tomar para seguir manteniendo este esquema“, dijo García lo cual configura una total tomada de pelo a la sociedad, sabiendo de antemano que nunca se llegará a nada en una investigación interna, porque al final (de existir la misma) terminaría en ellos mismos; y sacándose el lazo de la responsabilidad de encima señaló “El resto de las situaciones no es competencia nuestra: los concejos deliberantes tiene facultades, la Cámara tiene facultades y la Justicia también“. Sin embargo, el Ministro y sus dirigidos, son los responsables primarios y directos de la distribución, cuidado y aplicación de las vacunas. Santa Cruz es una de las provincias donde se ha vacunado menos y la segunda donde estalló un escándalo por la vacunación militante. García no puede explicar lo que a todas luces es claro y concreto: la militancia del FPV ha sido privilegiada a costa de personal de la salud y los adultos mayores, para inmunizarse más que por necesidad, por complicidad. Y el último gran ejemplo, es Horacio Verbitsky, el ultra K que no tuvo ningún problema en pedirle al Ministro de Salud nacional, Ginés González García, que lo vacunara y después lo entregó públicamente reconociendo que lo había hecho, con lo cual el presidente no tuvo más remedio que “renunciarlo”. Un amigo, Verbitsky, quien siempre tuvo esa dualidad de ser el enemigo interno, como lo fue cuando era un elemento de Inteligencia del terrorismo y como su amigo, el ex juez Safaroni, trabajaba para los militares de la dictadura.
A diferencia de Nación, en Santa Cruz, el Ministro de Salud sobrevive al temblor y se da el lujo de explicar lo inexplicable y como Ginés, adornar con falacias un delito que lo comprende a él en todas sus variables. (Agencia OPI Santa Cruz)