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En las últimas décadas, la industrialización de China ha aumentado de manera espectacular, como también lo ha hecho su Producto Interior Bruto, y las ciudades han crecido drásticamente. Sin embargo, durante el proceso las emisiones de gases contaminantes alcanzaron niveles nunca antes vistos. El gigante asiático pasó a enfrentarse a una polución notable.
Desde 2013, China ha aplicado las políticas de control de la contaminación atmosférica más estrictas de su historia, lo que ha dado lugar a reducciones sustanciales de las concentraciones de aerosoles de origen artificial. Ello ha permitido realizar comparaciones entre la situación de alta contaminación y la de baja.
En cuanto a la salud de la población humana, se constató una diferencia muy clara, sobre todo en algunos casos locales como por ejemplo el del cierre de una central eléctrica de carbón en Tongliang, lo que proporcionó la oportunidad de comparar diversos aspectos del estado de salud de los habitantes de la zona antes y después del cierre.
Una investigación reciente a cargo del equipo de Hongrong Shi, del Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias, ha permitido comprobar que las medidas impuestas para combatir la contaminación atmosférica pueden conducir no solo a considerables mejoras ambientales y sanitarias, sino también a un aumento de la producción de energía solar fotovoltaica.
"Este es potencialmente un importante beneficio adicional de las medidas contra la contaminación del aire en China que merece más atención en futuras tomas de decisiones", destaca Shi. (Fuente: NCYT de Amazings)