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El principio del fin de Juan Carlos I comenzó en Botsuana, pero han sido las informaciones sobre el dinero procedente de Riad que presuntamente quiso ocultar en Suiza las que han obligado al ex monarca a abandonar el país por la puerta de atrás. Los grandes acuerdos con Arabia Saudí son ahora vistos con recelo, pero lo cierto es que España se ha beneficiado durante décadas de la amistad del emérito con la monarquía saudita.
"La relación con Arabia Saudí no sería la que es ahora sin Juan Carlos I". Así de contundente se muestra Rafael Castells, doctor en Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales y catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid.
El también ex diputado nacional de UPyD recuerda a LPO que, antes de la llegada a la Corona de Juan Carlos I, "la monarquía saudí veía a España como un sitio para pasar sus vacaciones, pero nada más". Después, "compraron aquí palacios", pero también firmaron grandes contratos que han sido claves para España.
Efectivamente, durante la dictadura de Francisco Franco, lo más reseñable en la relación entre España y Arabia Saudí fue la visita institucional que hizo el rey saudita Saúd bin Abdulaziz en 1962. Todo empezó a cambiar, sin embargo, con la llegada de la democracia y con el reinado de Juan Carlos I.
Calduch destaca, en ese sentido, que España afrontó la Transición democrática en plena subida mundial de los precios del petróleo. Y la relación de amistad existente entre Juan Carlos I y el rey saudí Fahd bin Abdulaziz, que llegó al trono en 1982, evitó más problemas a España, a la que apenas le afectó esa política de precios de Riad.
El actual rey emérito conservó, durante 23 años, una relación de "hermanamiento" con el rey Fahd, que luego conservó con su sucesor, el rey Abdalá, que llegó al trono saudí en 2005 y se mantuvo en el cargo hasta 2015. Con ambos existió un entendimiento total, que "resultó beneficioso para España".
Los acuerdos con una monarquía absolutista
En este punto, Calduch recuerda que "la monarquía saudí es una monarquía absolutista en el siglo XXI. Y hay que tenerlo en cuenta para entender algunos de sus comportamientos. Los reyes saudíes pueden recibir a Trump y a otros presidentes de gobierno, pero nunca los considerarán como a unos iguales. Esa consideración solo está reservada para los representantes de otras monarquías".
Se trata, por tanto, de "una monarquía especial que toma decisiones especiales". La saudí, no obstante, no es la única: "El presidente del Gobierno está veraneando en una finca que el rey de Jordania regaló a Juan Carlos I".
Solo teniendo claro este concepto de monarquía, insiste Calduch, pueden entenderse algunos de los acuerdos sellados por Juan Carlos I. Entre ellos, el que ha traído más polémica en los últimos tiempos y le ha costado el ‘exilio' al ex monarca: el contrato del AVE a La Meca y el ‘regalo' de 100 millones de dólares para el emérito.
Sobre este asunto, Calduch hace la siguiente reflexión: "En su concepción de monarquía absolutista, los regalos a sus amigos son normales. Otra cosa es que el rey tuviera que haberlo declarado y pagar los respectivos impuestos. Eso sí, si el rey Juan Carlos no acepta el regalo, podía haber sido considerado una ofensa".
El catedrático y ex diputado nacional, además, explica a las claras lo que supuso para la monarquía saudí el acuerdo sellado en 2011: "El AVE a La Meca lo consideraron un regalo institucional para España", en el que hasta siete empresas españolas, tanto públicas como privadas, ingresarán un total de 7.000 millones de euros. "El regalo personal fueron los cien millones de euros para Juan Carlos I". E insiste: "Rechazarlo supondría un insulto".
"Alta política" en la que el Gobierno se queda fuera
Este tipo de contratos, afirma Calduch, los consiguió Juan Carlos I representando a los intereses de España, pero no del Gobierno: "No son relaciones diplomáticas. El poder ejecutivo no tiene nada que ver. No es una relación de gobiernos". Se trataría, por tanto, de una "política real" o "alta política", en el sentido de que no intervienen los gobiernos, sino las monarquías, como pasaba en la vieja Europa siglos atrás.
Otro ejemplo claro de esta relación "entre reyes" que trajo consigo un gran contrato para España fue la venta a Arabia Saudí, en 2015, de 400 bombas con destino a Riad. Juan Carlos I, ya como rey emérito, también fue señalado entonces por ese polémico acuerdo. Al respecto, Calduch comenta que "el rey no está detrás de cualquier operación de venta de armas, aunque sí existen directrices nacionales, aceptadas por cada monarca, de priorizarse frente a otros países".
Recuerda, en ese sentido, que "la venta se aprobó en la comisión del Congreso". Después, añade, "se hizo un montaje". El Ejecutivo actual "puso en duda esa venta, y se generó una situación de desconfianza. Tuvo que volver a cambiar de opinión cuando se dio cuenta que estaba en juego un gran contrato para la fabricación de corbetas en España".
Felipe VI, entre el legado de su padre y las reticencias de Moncloa
La posición del actual Gobierno respecto a las relaciones con Arabia Saudí es crítica, lo que está influyendo en los movimientos de Felipe VI. El rey mantuvo la buena interlocución que heredó de su padre en 2014, pero sus movimientos, ahora, parecen limitados por las reticencias que Riad despierta en Moncloa.
En opinión de Rafael Calduch, en el actual contexto nacional e internacional, "se limitará a relaciones muy institucionales, tanto con la monarquía de Arabia Saudí como con la de otros países". No obstante, añade, la relación de ambas coronas "está vigente y Felipe VI debe seguir trabajando esa relación".
Para ello, no obstante, "habrá que esperar". En todo caso, concluye, existen otros hándicaps a tener en cuenta: "Hay más gobiernos, y monarquías, que quieren alejarse de esos pactos entre reyes. Con Marruecos, antes, Hassan II y Juan Carlos I llegaban a acuerdos, incluso, sobre la posición de ambos países en materia antiterrorista. Ahora, Felipe VI no puede hacer eso". (LPO)