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Pero además hay lugares del planeta donde todo es más difícil porque hay conflictos en curso. Por eso, relanzando la reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el Papa pidió a todos deponer las armas.
"Renuevo el llamado a un cese de fuego global e inmediato, que permita la paz y la seguridad indispensables para proporcionar la asistencia humanitaria necesaria", dijo Francisco en el Angelus.
Luego el pontífice dirigió una atención particular a lo que ocurre en el Cáucaso. "Sigo con preocupación -dijo- la reagudización en los últimos días de las tensiones armadas en la región del Cáucaso, entre Armenia y Azerbaiyán".
"Mientras aseguro mi plegaria por las familias de quienes perdieron la vida en los enfrentamientos, auspicio que -con el empeño de la comunidad internacional y a través del diálogo y la buena voluntad de las partes- se pueda llegar a una solución pacífica y duradera que piensa en el bien de aquellas amadas poblaciones", agregó Francisco.
El papa visitó ambos países en 2016 y también en aquella ocasión lanzó repetidos llamados por la pacificación en la disputada región de Nagorno Karabaj. Pasaron 26 años desde el "fin" de la guerra, pero en realidad se trata de un conflicto "congelado", que vuelve a encenderse en forma cíclica, como está ocurriendo en estos días.
Una guerra que no hace "ruido" en un mundo que enfrenta la emergencia sanitaria pero que está en cambio en las preocupaciones del Pontífice, así como todos los focos encendidos en el planeta, de Medio Oriente a Africa, desde algunas zonas de Asia hasta las tensiones en América Latina.
El Papa comenzó la plegaria mariana comenzando, como siempre, por las lecturas del día. Hay quien en está perenne búsqueda de los defectos ajenos y quiere contener lo que parece malo, pero en verdad hay que aprender a "reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta la maduración".
"Y entonces será Dios, y solo El, quien premie a los buenos y castigue a los malos", dijo.
Luego, un mensaje dirigido a los cristianos para que eviten justicias por mano propia: "Si Jesús vino a buscar a los pecadores más que a los juegos, a curar a los enfermos antes aún que a los sanos, también la acción de nosotros sus discípulos debe estar dirigida no a suprimir a los malos, sino a salvarlos".
El tema llega del pasaje del Evangelio donde se plantea el problema de cómo separar la cizaña, la hierba mala, del trigo.
Una parábola que le dio a Francisco la ocasión de lanzar un nuevo mensaje para el cuidado de la "casa común", en línea con su encíclica "Laudato si".
"Hoy el terreno -concluyó- está devastado por muchos herbicidas y pesticidas, que al final hacen mal tanto a la hierba como a la tierra y a la salud. Pero esto, entre paréntesis". (ANSA).