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Obligadamente y con independencia de deseos y voluntades de los diferentes actores, la Argentina deberá internarse en otra etapa, cuyo énfasis debe recaer en el desempeño de la economía real.
Hasta hace muy pocos días, su diseño fue materia de un debate que se desarrollaba en exclusivos cenáculos y del que sólo participaban algunas personalidades relevantes de la economía y la política nacional. En la actualidad, tal como lo reclamábamos, empiezan a trascender (emergiendo así a la luz pública), tanto la discusión subyacente como sus protagonistas.
El necesario cambio de ciclo es, como decíamos, "una tensión entre diferentes esquemas posibles basados en la vigorización del entramado productivo, que subyacente en los principales debates de coyuntura, en realidad responden al diseño sistémico económico y social de nuestra Patria."
Advertíamos también que "no quedan ajenos a este marco las tiranteces alrededor de las (cambiantes) dinámicas en las que surcan los principales temas económicos y políticos de la agenda nacional, en el enrarecido clima de las últimas semanas, como sordos ruidos de proyectos que pugnan."
Claro es que, en lo inmediato, cualquier esquema macroeconómico consistente que evidencie crecimiento de la actividad resultará superador respecto del escenario inicial, marcado por la superposición de la catástrofe (mundial) de la pandemia de Covid-19 con la prexistente Supercrisis generada por la alianza Cambiemos. (Definimos como Supercrisis a la situación generada por el anterior gobierno a partir de la convergencia de los
desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el colapso del gobierno de Alfonsín, y en el sector externo, el de De la Rúa).
Pero, la cabal comprensión de las implicancias mediatas de las decisiones por tomar sólo es posible si nos adentramos bajo la superficie de las diferentes "ofertas" en boga.
Mostrando las cartas
Venimos insistiendo en la importancia de realizar distinciones entre los diferentes esquemas de perfil "productivista" posibles, que se distribuyen en un gradiente entre la sola puesta en marcha de la capacidad instalada ociosa en uno de los extremos, hasta una decidida ampliación de la Frontera de Posibilidades de la Producción, en el otro.
Pero, dependiente del segmento de esa escala sobre el que el futuro patrón económico pivotee, quedará determinada la configuración social de la Argentina, al menos por la siguiente década.
Hemos tratado con anterioridad cómo podría resultar virtuoso para un número significativo de empresas, un esquema cuyos equilibrios macroeconómicos se basen en el subconsumo de un importante contingente poblacional y el recorte de los gastos estatales, en especial para aquellas que cuentan con la ventaja de ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural (y de apropiarse de las Rentas Extraordinarias asociadas) o que exporten bienes o servicios a paridad internacional con bajos costos domésticos de producción.
Bajo estas condiciones, también son esperables rápidas mejoras en un mercado de trabajo sumamente deteriorado, con concomitantes efectos en términos de reducción de la incidencia de la pobreza.
Pero sólo en lo inmediato y, parcialmente, dado que un modelo de este tipo asume la "exclusión" como rasgo estructural ya que, lejos de tratarse de una "consecuencia no deseada" es uno de los factores que le otorgan condiciones de posibilidad.
De modo que, como derivación, las expectativas de prosperidad quedan reservadas para un conjunto limitado de empresas particularmente competitivas, que eventualmente podrían extender a sus trabajadores los beneficios, pero de ningún modo alcanzar a la totalidad de la Población Económicamente Activa.
El resto de las compañías y la fuerza laboral debe arreglárselas como pueda, en una economía con un amplio Sector Informal Urbano de subsistencia y extensos contingentes de familias sostenidos por las transferencias monetarias de la seguridad social, dispositivos que están llamados a ser permanentes, y ya no simples estrategias transitorias de contención.
Resulta lógico entonces que no sean pocos los actores relevantes que hacen de estas problemáticas el objeto de sus desvelos. Pero no es cierto que este sea el destino ineludible de nuestra Argentina.
Por el contrario, es perfectamente posible alcanzar el pleno empleo y combatir la pobreza durante el próximo ciclo si el esquema económico altera de cabo a rabo el set de precios relativos.
Amén de los equilibrios fiscal y del sector externo de rigor, es imperioso desacoplar a la baja los precios internos de los internacionales en materia alimentaria y energética.
Así se le otorga capacidad de compra a los ingresos populares y mayor competitividad al conjunto del entramado productivo nacional, configurando no sólo un mercado interno vigoroso sino también las bases de una mejor penetración de la producción doméstica en los externos.
Tales fueron las claves del virtuoso proceso emergente de la crisis de la postconvertibilidad que, al cabo de una década exitosa y una vez completado, debiera haberse orientado con mayor énfasis hacia la producción.
Rompiendo algunos huevos se puede hacer una tortilla para todos
Son momentos decisivos los que transitamos, en los que se define el modelo por venir. Y, en la determinación de los intereses que resulten afectados, se definirá si su carácter es de exclusión o será el de la inclusión.
El uso pleno de todos los factores de la producción, especialmente el de la fuerza de trabajo, no será posible si no se amplía la Frontera de Posibilidades de la Producción, lo que sólo puede conseguirse si se asignan a favor del conjunto del entramado productivo nacional, los excedentes que representan las Rentas Extraordinarias.
Si en estas horas podemos percibir "la punta del iceberg" en los debates públicos, vale clarificar lo que se oculta bajo la superficie.
Porque, así como lo que queda expuesto (y los voceros del "elenco estable" de economistas que lo exponen) es indicativo de aquello que permanece velado, las decisiones que se tomen en las próximas semanas lo serán sobre el porvenir de la Patria y de sus hijos.
En las instancias definitorias que sin duda atravesamos, vale recordar que "el impulso inicial es determinado por el objetivo final" perseguido. Y su magnitud estará dada, a riesgo de ser reiterativos, por los valores de la energía y de algunos alimentos en el marco del set de precios relativos.
De la coordinación de las fuerzas de las mayorías, dependerá que sea la inclusión el norte que lo oriente. (BAE)