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Hasta hace poco, 2003 era considerado en muchos lugares del mundo como el año más seco y caluroso desde el comienzo del registro climático instrumental. Este récord parece superado definitivamente: "Los últimos cinco años han sido de los más cálidos en Europa Central, y 2018 fue el más extremo", alerta el profesor Bernhard Schuldt de la Universidad Julius Maximilian de Wurzburgo, en Baviera, Alemania.
La temperatura media de abril a octubre de 2018 fue, en promedio, 3,3 grados centígrados superior a la media a largo plazo y 1,2 grados superior a la de 2003. Esto tuvo consecuencias dramáticas para los bosques de Alemania, Austria y Suiza, tal como expone el equipo de Schuldt.
A tales temperaturas, la vegetación centroeuropea alcanza sus límites de resistencia. Y en los bosques no tardaron en verse síntomas severos de estrés fisiológico relacionados con la sequía afectando a las especies de árboles más importantes ecológica y económicamente, incluyendo la decoloración generalizada de las hojas y el desprendimiento prematuro de estas.
Las píceas y las hayas han sido los árboles más afectados. De hecho, en los bosques las consecuencias continuaron sucediéndose y en 2019 se observó que bastantes árboles habían muerto. Otros que sobrevivieron a la catástrofe de 2018 no pudieron soportar la siguiente sequía en 2019, o se volvieron cada vez más susceptibles a la infestación con escarabajos u hongos.
"Las píceas fueron las más afectadas, principalmente porque estos árboles montañosos han sido plantados fuera de su hábitat natural en Europa Central", explica Schuldt. "Sin embargo, fue inesperado el grado en que las hayas fueron afectadas". Hasta esta catástrofe, las hayas habían sido consideradas como árboles idóneos para el futuro, a pesar de que su tolerancia a la sequía ha sido muy discutida desde la calurosa sequía de 2003.
La situación climática de 2020 en primavera comenzó de nuevo demasiado caliente y demasiado seca en bastantes zonas. "Ahora en junio de 2020 hemos recibido afortunadamente altas cantidades de lluvia", destaca Schuldt algo esperanzado. Ciertamente, esto ha mitigado el problema, pero el déficit de agua en las capas más profundas del suelo no se ha solucionado. Teniendo en cuenta todo esto, Schuldt supone que los árboles gravemente afectados continuarán agonizando y muriendo en los próximos años. (Fuente: NCYT Amazings)