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La falta de luz solar durante el confinamiento es una realidad que afecta a múltiples hogares. La actual pandemia nos ha llegado en una primavera que está discurriendo sin que la podamos disfrutar. Los días son más largos, el sol es más tibio, más luminoso, pero aún así millones de personas afrontan la cuarentena sin tener contacto directo con algo que es esencial para el ser humano.
Vivir en pisos pequeños en los cuales, la orientación no les permite aprovechar la luz solar es algo común. Asimismo, también hay plantas bajas localizadas en estrechas callejuelas de nuestras ciudades, en las que resulta complicado saber si es por la mañana o por la tarde. Estos factores pueden tener cierto impacto en la salud pero sobre todo, en el bienestar psicológico.
Las personas somo homeotérmicas, es decir, dependemos de la luz del sol no solo para regular nuestra temperatura. También para que haya un equilibro en nuestros ciclos del sueño y llevar a cabo múltiples tareas metabólicas. Sentir su calor tiene asimismo, un efecto indispensable y poderoso para nuestra salud mental.
Profundicemos un poco más en el tema.
Amanecer para representar la falta de luz solar durante el confinamiento
La luz solar durante el confinamiento es esencial para el bienestar
Michael Terman es un conocido psiquiatra experto en cronoterapia. Algo que ha podido ver a lo largo de su carrera es cómo los cambios de luz en las estaciones o las variaciones lumínicas en distintos edificios afectan al comportamiento humano. A falta de luz solar, las personas sufren alteraciones del sueño, del estado de ánimo y también cambios en el peso.
Muchos de nosotros no somos conscientes de la relevancia de este factor en nuestra vida. Somos una sociedad habituada a desenvolver gran parte de nuestra actividad en interiores, bajo el foco de la luz artificial.
La gran mayoría desempeña sus trabajos en espacios cerrados, nos levantamos con el amanecer y volvemos acompañados por el atardecer a nuestras casas.
Una vez en el hogar, seguimos en contacto con nuestros dispositivos electrónicos, con los ordenadores, móviles, televisores… La llamada luz azul de la tecnología altera también nuestros ritmos circadianos, disminuyendo la producción de melatonina.
Ahora, en el actual contexto de pandemia y con el encierro como medida preventiva para contener el contagio, aparece un nuevo problema. La falta de luz solar durante el confinamiento en muchos hogares puede pasar factura. Analicemos las consecuencias y qué medidas preventivas deberíamos aplicar.
Déficit de vitamina D
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de California por parte del doctor Robert Nair, casi el 50 % de la población mundial sufriría un déficit de vitamina D. Una de las principales causas es la falta de actividad al aire libre; no estar lo bastante en contacto con el sol.
De este modo, la falta de luz solar durante el confinamiento puede agravar este hecho. Algo así, se puede traducir en problemas a la hora de regular el metabolismo de calcio y en tener un sistema inmunitario más débil.
Es esencial, por tanto, que en la medida de lo posible, tomáramos 20 minutos de sol al día. Hay que recurrir a alguna terraza, galería pequeña ventana o rincón por donde entre algo de luz.
Por otro lado, no olvidemos que hay otras fuentes de vitamina D, como son los lácteos, los huevos o el pescado azul.
Alimentos que refuerzan la vitamina D ante la falta de luz solar durante el confinamiento
Problemas del sueño asociado a una falta de luz solar durante el confinamiento
Estar en una casa o un piso con falta de luz afecta a nuestra calidad del sueño. Estas alteraciones se traducen en insomnio o hipersomnia o en un cambio de hábitos, en el cual, terminar durmiendo largas siestas y llegar a la cama de noche sin sueño. En la medida de lo posible, sería adecuado seguir estas pautas.
Establecernos rutinas con el fin de gestionar mejor el tiempo. Si seguimos unos mismos hábitos y somos disciplinados notaremos cambios. Así, las actividades más intensas como el teletrabajo, ordenar la casa o incluso hacer ejercicio lo orientaremos a las horas matinales. Por la tarde, haremos tareas más distendidas, como practicar algún hobbie, leer, ver series…
Indispensable también, levantarnos y acostarnos a la misma hora. Si hacemos siestas, que sean de corta duración, entre 20 o 25 minutos.
Otro objetivo es que nuestro cerebro distinga el día de la noche. Buscar una fuente de luz y aprovecharla 20 minutos nos puede beneficiar enormemente.
Salud mental y estado de ánimo en espacios con poca luz
Hay un aspecto que no podemos descuidar. Nuestra salud mental se puede ver afectada en un espacio con poca luz solar durante el confinamiento.
Hay que activar defensas psicológicas, tener recursos a manos y sobre todo, apoyo. Un piso suspendido en penumbra aumentará el desánimo. Tengamos en cuenta por tanto algunas claves:
Indispensable (una vez más) que podamos tomar el sol 20 minutos al día.
Evitemos que nuestra casa esté en semipenumbra Recurramos a luces de bajo coste que creen una atmósfera agradable.
Incidimos en algo ya señalado: las rutinas deben organizar nuestro tiempo.
Mantengamos el contacto con las personas mediante mensajes, llamadas, videollamadas, etc.
Realicemos tareas creativas para permitir que nuestra mente se ejercite, se libere, halle espacios donde conectar con el presente.
El ejercicio físico también nos ayudará a producir endorfina, serotonina, dopamina… Neurotransmisores indispensables para mejorar el ánimo.
Pongamos metas en el horizonte. Aceptemos nuestras emociones negativas, esas que vienen de vez en cuando. Pero eso sí, no nos olvidemos de nuestros propósitos y de esa esperanza que no puede decaer en ningún momento.
Podemos relativizar las cosas para abordar mejor la Navidad.
Para concluir, el confinamiento no es fácil para nadie. Sin embargo, hay personas que encuentran en situaciones más vulnerables. Tengámoslo presente, sigamos estrategias para mejorar la calidad de vida en estas circunstancias y no dudemos nunca en solicitar ayuda si lo necesitamos. (Lic. Valeria Sabater)