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A estas alturas de la Conferencia de Seguridad, está ya claro que los secretarios de Estado estadounidenses de Exteriores y Defensa han venido a Múnich para presionar a Europa. «El enemigo es China», se ha esforzado por explicar a los europeos Mike Pompeo, visiblemente molesto con el papel de neutralidad que los europeos adoptan en los paneles de discusión. Mark Esper ha ido más allá y ha sugerido que si Europa incluye a Huawei en el desarrollo de las redes 5G, estará poniendo en peligro la OTAN. «Si no entendemos la amenaza y no hacemos algo, al final podría comprometer lo que es la alianza militar más exitosa de la historia, la OTAN», ha dicho este sábado, sumándose a la comparación de Pompeo, que denuncia a la compañía de telefonía china como la presencia de un «caballo de Troya» que persigue «transferir al Partido Comunista chino y los servicios secretos chinos los datos de todos los usuarios de red 5G europea».
Llegados a este punto, el director de la conferencia de Seguridad, Wolfgang Ischinger, en el papel de moderador, ha querido saber qué haría China si los países europeos en los que Huawei participa en el desarrollo de la red, como es el caso de la anfitriona Alemania, excluyese a la compañía. Y se lo ha preguntado directamente al ministro chino de Exteriores, Wang Yi, también presente en la sala. Wang se ha entretenido hablando de lo mucho que nos une a los europeos y los chinos, «mucho más de lo que nos separa», y se ha extendido en alabanzas a valores comunes como el multilateralismo y la resistencia al proteccionismo, sin citar que EE.UU. reniega de ellos, antes de ir al punto. Pero cuando ha enfilado, lo ha hecho con toda crudeza: «Esperamos que nuestros amigos de Europa puedan reconocer el significado de nuestra sociedad estratégica, en la que debe haber un entorno justo, de acuerdo con las reglas del mercado. Cada país debe poder tomar su propia decisión».
Varios participantes preguntan con insistencia sobre posibilidades de acercamiento y Pompeo trata de definir las condiciones sine qua non: «Tendríamos que llegar a un punto de win-win (todos ganamos en equilibrio) y China tendría que atender a ciertos asuntos como los derechos humanos y la soberanía, un par de cosas que son muy importantes para nosotros, los occidentales», dejando claro que el acercamiento del que se habla dista mucho todavía de ser viable. «No queremos evitar que nuestros socios tengan relaciones económicas con China, lo que queremos es enseñarle a China el camino correcto».
Europa se ve atrapada, por lo tanto, entre las dos potencias en litigio. Presionada para elegir entre la protección de la OTAN o los negocios con China, aunque Pompeo insiste en rechazar las quejas europeas y desmentir a quienes acusan de repliegue a la Administración Trump. «Esas críticas no reflejan la realidad», ha defendido, después de que el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, hubiera lamentado que «nuestro principal aliado, Estados Unidos, rechaza bajo la Administración actual la idea misma de una comunidad internacional. Los países son invitados a colocar sus propios intereses primero, por encima de los del conjunto, llama a ser “Grande de nuevo” incluso a costa de los vecinos y socio».
«Tengo el placer de informarles de que la muerte de la Alianza Transatlántica está groseramente sobre-exagerada», ha respondido Pompeo, y ha destacado que su país contribuyó al reforzamiento de la OTAN en el flanco oriental, así como que lideró el esfuerzo para poner fin al autoproclamado califato de la organización Daesh en Siria. «¿Es ese el Estados Unidos que “rechaza la comunidad internacional”?», preguntó con ironía, «Occidente está ganando gracias al liderazgo estadounidense, y mientras gane Occidente ganamos todos».
Otro que ve el vaso medio lleno y que quita hierro a la parte del informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con cuya presentación se abría este viernes la Conferencia de Seguridad es Jens Stoltenberg. El informe subrayaba un proceso de «desoccidentalización» global, pero el secretario general de la OTAN dice que «el camino no es fácil, y a veces tropezamos, pero no hemos perdido el camino y nuestros valores no han perdido valor».
Stoltenberg, por cierto, confirma el entendimiento entre Estados Unidos y los talibanes, que permitirá una tregua en Afganistán, pero a diferencia de Trump no anima a un «retiro» inminente de las tropas, sino que habla con más cautela de un «ajuste» de la fuerza de las tropas en el Hindu Kush. «No nos vamos de Afganistán», ha dicho, a favor de que las fuerzas de la alianza, alrededor de 16.000 soldados desplegados, deben permanecer en el país para garantizar la estabilidad.(ABC)