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El estallido del conflicto entre Estados Unidos e Irán en Bagdad agrega un inesperado elemento de presión para Alberto Fernández en su intento de lograr una relación amena con Donald Trump sin irritar a Cristina Kirchner y el kirchnerismo duro.
El asalto a la embajada estadounidense en la capital de Irak por parte de seguidores y miembros de la agrupación Multitud Popular, ligada a Hezbollah e Irán, llevó la tensión entre Washington y Teherán al borde de un enfrentamiento armado.
La tensión había escalado el domingo pasado con la muerte de un contratista estadounidense por el ataque contra una base militar, que EEUU atribuye a la milicia chiita Kataeb Hezbollah, que opera bajo el paraguas de Multitud Popular. Washington respondió con un bombardeo contra las bases chiitas, que provocó al menos 25 muertos. El hecho, condenado por Irán, derivó en las protestas y el posterior asalto a la embajada.
Los episodios de los últimos días en Irak colocaron -nuevamente- a Estados Unidos e Irán al borde de un enfrentamiento armado. "Irán pagará un alto precio. Esto no es una advertencia, es una amenaza", tuiteó Trump, que recibió una réplica del ayatollah Jamenei quien prometió responder a cualquier ataque estadounidense.
Aunque se trata de un conflicto lejano para Argentina, suma un elemento de presión para Alberto Fernández, en línea con la aparición del documental de Nisman.
Es que, como explicó LPO, el presidente argentino ensaya un delicado posicionamiento geopolítico tratando de construir una Tercera Posición sustentada en la centroizquierda latinoamericana, pero sin descuidar la buena relación con Trump.
Pero se sabe que al magnate norteamericano no le gustan los grises y especialmente en el caso de Irán exige alineamiento total a sus socios. De incrementarse el conflicto en Medio Oriente es altamente probable que Trump exija un apoyo concreto de Fernández, sobre todo cuando el gobierno argentino inicie formalmente la renegociación con el FMI.
EEUU ya le viene exigiendo una posición más firme en torno a Venezuela y lo forzó a desestimar la idea de voltear de derogar el decreto que declara organización terrorista a Hezbollah, lo que provocó una turbulencia con el kirchnerismo duro que promovía esa medida a través de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, cercana a Horacio Verbitsky.
El problema es que un posicionamiento de Alberto más en línea con los deseos de Washington seguramente lo pondría en conflicto con Cristina y su círculo más cercano, algo que ya sucedió con la salida a la luz de sus declaraciones en el documental sobre el caso Nisman. El presidente tuvo que salir a aclarar en distintas entrevistas que ya no cree que el fiscal pueda haber sido asesinado como sostuvo en 2017 cuando lo entrevistaron para el documental.
Alberto vuelve a quedar así en una posición muy incómoda entre EEUU y Cristina, y ante la amenaza latente de un fuego cruzado. (LPO)