Vestidos con camiseta verde oliva, pantalones cortos negros y desarmados, varias docenas de soldados del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China acantonados en Hong Kong fueron desplegados por sorpresa este sábado para ayudar a desmontar las barricadas erigidas en días previos por los manifestantes en las calles aledañas a la Universidad Baptista. Desde que hace cinco meses comenzaron las protestas y movilizaciones que han sumido a la ex colonia británica en el caos, es la primera vez que los uniformados chinos intervienen de forma directa en los asuntos de la ciudad. Las tropas, que portaban escobas y cubos, ayudaron a los voluntarios a quitar los adoquines, piedras y otros objetos presentes en las vías que impedían el flujo del tráfico. Más tarde, también se les unieron algunos vecinos y, al cabo de un tiempo, abandonaron el lugar para regresar a sus barracones. “Detener la violencia y acabar con el caos es nuestra responsabilidad”, aseguró uno de ellos al diario local South China Morning Post, citando una frase acuñada anteriormente por el presidente chino, Xi Jinping. Desde que Hong Kong volvió bajo soberanía china en 1997, el EPL cuenta con entre 10.000 y 12.000 soldados repartidos en varios cuarteles a lo largo y ancho del territorio, aunque es extremadamente raro verlos en público. La única vez que se desplegaron por la ciudad fue en octubre del año pasado, cuando alrededor de medio millar de ellos colaboró en las tareas de limpieza de los destrozos provocados por el devastador tifón Mangkhut. De acuerdo con la Ley Básica, la mini constitución bajo la que se rige la ciudad, el EPL no debe interferir en los asuntos locales, aunque el gobierno local puede solicitarles su ayuda en caso de desastre natural o para mantener el orden público. La noticia de su presencia en las calles se propagó rápidamente por las redes sociales, provocando comentarios que demuestran el cisma social en el que vive sumida la ciudad. Mientras que unos aplaudían su esfuerzo y dedicación para con los vecinos, otros calificaban su despliegue como “inconstitucional” y alertaban de que con su salida el Gobierno central de Pekín pretende mandar el mensaje de que pueden intervenir cuando lo crean necesario para restaurar el orden perdido. Después de cinco días de caos, violencia y destrucción en los que los manifestantes se hicieron fuertes en los centros universitarios y se registró el segundo muerto de las protestas, la del sábado ha sido, por ahora, una jornada relativamente tranquila. Por la mañana, medio millar de personas se manifestaron con banderas hongkonesas y chinas por el centro de la ciudad para mostrar su apoyo a las autoridades y denunciar el vandalismo y los actos violentos de los manifestantes antigubernamentales. Durante la marcha, entonaron lemas como “¡Apoya a la policía para que haga cumplir la ley!” y se sacaron fotos con los agentes que se encontraron a su paso. Los cuerpos de seguridad son desde hace meses el objetivo número uno de los manifestantes, que los acusan de hacer un uso desproporcionado de la violencia y de no rendir cuentas por sus abusos. Más tarde, cuadrillas de vecinos y voluntarios se desplegaron por diferentes puntos de la ciudad, sobre todo en las inmediaciones de las universidades, para desmontar las barricadas erigidas por los manifestantes y que afectan seriamente su día a día. No se registraron apenas encontronazos durante esos momentos. Al anochecer, varias de las vías que han estado cortadas durante las últimas jornadas volvían a ser transitables. En parte, esa falta de incidentes se debe al hecho de que la mayoría de manifestantes que durante la última semana se habían atrincherado en media docena de campus universitarios de la ciudad, han ido abandonando esas instalaciones en las últimas horas. En la Universidad China de Hong Kong, donde el martes pasado se registraron graves enfrentamientos entre policía y antigubernamentales, se ha encontrado tras su desalojo un enorme arsenal de cócteles molotov y pedruscos listos para ser utilizados en caso de que se produjera otro asalto. Ahora, la Universidad Politécnica es la única que mantiene en su interior un contingente importante de activistas, que por ahora han impedido que se despejen las zonas aledañas a sus instalaciones (incluyendo uno de los túneles más importantes que une la península de Kowloon con la isla de Hong Kong). Está por ver si deciden seguir ahí atrincherados o si, como el resto, ponen fin a su ocupación antes de retomar las protestas en las calles. (LVB)